jueves, 23 de junio de 2016

¿Quieren un buen matrimonio?: ¡Hagan lo que Él les diga!

“Dado que hay confusiones frecuentes, se vuelve imprescindible acompañar en los primeros años de la vida matrimonial para enriquecer y profundizar la decisión consciente y libre de pertenecerse y de amarse hasta el fin. Muchas veces, el tiempo de noviazgo no es suficiente, la decisión de casarse se precipita por diversas razones y, como si no bastara, la maduración de los jóvenes se ha retrasado. Entonces, los recién casados tienen que completar ese proceso que debería haberse realizado durante el noviazgo” (A.L., 217).

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Cristina Parra y Felipe de Jesús Hernández,
Coordinadores del Equipo de Itinerario
Matrimonial Diocesano

Los cuentos de hadas nos hacían creer que “se casaron y vivieron felices para siempre”, pero en la realidad no sucede así. Comenzamos el matrimonio con una serie de expectativas, sueños, ilusiones, y por muy larga que haya sido la relación de noviazgo, el conocimiento que tenemos del otro es muy corto, en efecto. “Es que yo pensaba que….”, “Me imaginé que, ya casados…..”
Hay decisiones que no son fáciles de tomar respecto a la nueva vida juntos, como la administración del dinero, qué hacer en el tiempo libre, qué tipo de relación llevaremos con las familias de origen (papás y hermanos); a decidir sobre los hijos: ¿cuántos y cuándo?; ¿cómo van a repartirse las tareas y responsabilidades en casa? Decía mi abuela: “Estados mudan costumbres”. Y sí, el matrimonio implica hacer nuevas todas las cosas.

Cumplir la voluntad

Dice el Génesis: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne” (Gen. 2, 24). “Al unirse, los esposos se convierten en protagonistas, dueños de su historia y creadores de un proyecto que hay que construir día a día con la Gracia de Dios y, por eso mismo, al cónyuge no se le exige que sea perfecto” (A.L., 218). A los novios, en la boda, nadie les regala un “Manual” de cómo sobrevivir.
Jesús inició su vida pública en una boda, en el comienzo de un matrimonio, de una familia. De momento, se quedaron sin vino, pero María estaba atenta a su problema, intercedió por ellos ante su Hijo y les dijo: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5)
¿Y qué es lo que deben hacer los nuevos esposos? Aprender de las Sagradas Escrituras y del Magisterio de la Iglesia (Familiaris consortio, Amoris laetitia, Lumen gentium, Gaudium et spes, etc.). Aquí está la enseñanza, la base, el modelo a seguir; sólo falta quién se lo enseñe, se lo dé a conocer.

Capacitación al alcance de todos
La Iglesia, como Madre y Maestra, se preocupa por sus hijos, y la Arquidiócesis de Guadalajara les ofrece muchas herramientas, Agentes muy capacitados, Movimientos Pastorales para matrimonios y familias, terapeutas, familiólogos, para que el proceso de adaptación y reconfiguración sea más sencillo.
El Matrimonio es un Sacramento que aceptamos de manera libre y consciente para una unión indisoluble, por la que nos entregamos total y voluntariamente al ser amado para unirnos y formar una familia santa, una Iglesia Doméstica. Queremos formar un Equipo de apoyo, de rescate, de consultoría, de intercesión, para ayudarlos ante los primeros signos de tensión, y resolver lo antes posible los problemas y no esperar a que lleguen a “terapia intensiva” con su relación.

Taller
Se invita a todos los Agentes de Pastoral, Asesores de Movimientos Matrimoniales y de Familia, Familiólogos, Terapeutas, etc. para unir esfuerzos, conocer lo que ya se está ofreciendo, prepararnos mejor y profundizar en las propuestas con las que pueden enriquecer su trabajo en favor de las nuevas familias, en el sentido del “Itinerario Matrimonial” que el Papa Francisco nos pide.
Se llevará a cabo un Taller el sábado 2 de julio, de las 16 a las 20 horas, en la Casa Pastoral de la Familia, ubicada en Calle Rayón 835, Sector Juárez, Colonia Moderna. Sin costo.
Mayores informes, al 3645-2042 ó 044-33-3172-6275.
Correo:
cristy.parra.aguirre@gmail.com

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