jueves, 9 de junio de 2016

El amigo Joselito

“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” Jn 15, 13

jlsanchez

La amistad es uno de los dones más grandes que todos tenemos y que siempre los manifestamos con nuestras palabras y nuestras acciones. Esta amistad siempre está unida y guiada de una manera especial por el amor al prójimo.
José Sánchez del Río es un testimonio de amistad entre el hombre y Dios; tanto que, a ejemplo de Cristo, que dio su vida por sus amigos, que somos nosotros, Joselito también dio su vida por dar testimonio del gran amor que le tenía a su amigo Jesucristo y sus hermanos.
Sabemos muy bien que nadie defiende lo que no se conoce, y mucho menos lo que no se ama. Por tanto, Joselito, desde niño, gracias a sus padres y a sus hermanos, conoció a Nuestro Redentor, se enamoró de su propuesta de vida y lo defendió hasta dar su vida por Él.
Los biógrafos de Joselito mencionan testimonios, de viva voz, de que era muy amistoso con todos sus compañeros, ayudaba a todos los que le pedían ayuda y, sobre todo, muy devoto de la Virgen y de Jesucristo, ya que rezaba el Rosario diario y cuando iba a misa lo hacía gustoso y con gran devoción.
La amistad sincera y firme con Jesucristo, con los años, fue incrementándose y solidificándose, y que al momento de la persecución religiosa por parte de los gobernantes, Joselito defendió a su Amigo Cristo Rey, a pesar de que tenía poca edad. Esta defensa a su Amigo Jesús la hacía desde su casa con la oración y sus rezos, pero lo quiso llevar a las obras; tanto, que quería enlistarse en las filas de los soldados que defendían la Fe Católica, pero por tener poca edad, al principio no lo admitieron; los jefes notaron el gran amor que tenía a Jesucristo, y sabiendo que lo defendería al límite, le dieron permiso de estar con los soldados de una manera sencilla pero significativa: primero, llevaba la bandera de su Batallón, y posteriormente, siendo el clarín del General; y espiritualmente, era quien dirigía el Rosario, daba palabras de aliento, oraba por los soldados caídos, siempre con una entrega generosa a Dios, que motivaba a los demás a entregarse por el ideal de Cristo, que en ese momento era la defensa de la Fe.
Cuando lo apresaron, nos dio la muestra de la generosidad, lealtad y valentía que cualquiera de nosotros podemos tener para sus amigo: cedió la oportunidad de salvarse a su Capitán, y así cayo prisionero. Ya estando prisionero, a todos los que junto a él estaban encarcelados por causa de Cristo, los alentaba a ser fuertes y sentirse orgullosos de ser prisioneros por el nombre de Cristo, tal como San Pablo y San Pedro, entre otros cristianos.
Joselito nos dio prueba de que defendía a su Amigo Jesucristo y a sus “pertenencias”, cuando vio el ultraje que los soldados habían hecho de la Casa de Dios; hizo un gesto semejante como lo hizo Jesús al expulsar a los vendedores del Templo, porque no le daban el valor al espacio reservado para el culto a Dios; limpió el presbiterio donde muchas veces había hecho oración de rodillas para pedirle el don del martirio.
Los soldados, encabezados por su padrino, lo golpearon brutalmente para que traicionara a sus amigos de guerra y, sobre todo, renegara de su gran Amigo: Jesús. Pero cada golpe que le daban a él, era un aliciente que iba suscitando dentro de él para fortalecerlo y abrazarse más a su Amigo, porque sabía que nunca lo iba a dejar solo.
Antes de morir, con mucha tristeza le escribió una carta a su madre para despedirse, pero no sin antes pedir el Sacramento de la Eucaristía para fortalecer el caminar duro y doloroso que iba a padecer; camino que lo conduciría al encuentro amoroso con su gran Amigo.
Los auténticos amigos nunca se traicionan, inclusive en peligro de muerte, y como dice San Juan, “no hay más dicha que dar la vida por sus amigos” (Cfr Jn 15,13). Joselito nunca traicionó a su Amigo Jesús.
Este testimonio de auténtica amistad lo muestra un adolescente que vivió entre nosotros y que nos ayuda a que nuestra amistad con Dios, basada en su ejemplo, vaya creciendo y cimentando cada día y en cada instante, a través de frecuentar los Sacramentos, hacer oración, meditar la Palabra de Dios y hacer vida el amor con nuestras obras en cada instante y en cada lugar donde nos desarrollemos. La verdadera amistad no es sólo de palabra, que se dice en un instante, sino una manera de pensar y vivir por el otro que cada día se va solidificando en el amor; tanto, que podamos dar nuestra vida por los amigos.
Joselito es un testimonio de amistad con Dios real y alcanzable para cualquiera de nosotros. Pidamos su intercesión para que nos ayude a unirnos más a Dios y que su testimonio de vida nos inspire a entregarnos totalmente a nuestro Salvador Jesucristo.

Paulina2

TESTIMONIO

Paulina Gálvez, la mamá de Ximena Guadalupe, quien por intercesión de Joselito sana, nos cuenta cómo ha sido su vida y la de su hija al lado de “su niño”, como cariñosamente le dice.
Conoció a José Sánchez del Rio desde niña, ya que su abuela y una tía abuela le tenían mucha devoción. Les llamaba la atención que un niño tan chiquito hubiera sido tan valiente.
Cuando nació Ximena y empezó con los problemas de salud, que les llevaron a ir de un médico a otro y recibir diferentes diagnósticos, Paulina dice que “se agarró de la mano de su niño”, y a pesar de los pronósticos de los médicos, ella no dudaba de que Joselito iba a interceder por la salud de su pequeña.
El día que la iban a desconectar porque médicamente no había ya nada que hacer, pidió que la dejaran tomarla en sus brazos, y en ese momento la pequeña abrió los ojos y empezó a sonreír. Paulina supo en el instante que su niño había escuchado sus oraciones y había intercedido por la salud de su hija.
Desde ese día, su vida ha cambiado radicalmente. Fueron muchos años de estudios, pruebas, entrevistas, para comprobar el milagro que llevará a José Sánchez del Rio a los Altares. Paulina nos cuenta que, desde el milagro, ha podido conocer más a Dios, lo grande que es y lo grande que es su Misericordia, y también descubrir que día a día vivimos milagros.
Paulina dice que lo que más ha marcado su vida, de la vida de Joselito, es ver su valor a tan corta edad , capaz de dar la vida por Cristo.
Actualmente, Paulina y Ximena comparten su testimonio como una forma de agradecimiento a José para que más personas conozcan su vida; pero, sobre todo, crean en los milagros.

paulina

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