jueves, 9 de junio de 2016

Hacia el cierre del Jubileo de la Virgen del Perpetuo Socorro

150 años de amor

El domingo 26 de junio de 2016 termina la Novena Anual a la Virgen Misionera del Perpetuo Socorro, y los Misioneros Redentoristas quieren seguir difundiendo su Mensaje por todo el mundo.

Perpetuo Socorro

Dulce Natalia Romero Cruz

Durante 150 años (1866-2016), los Misioneros de la Congregación del Santísimo Redentor han divulgado la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y ahora quieren celebrar este Año Jubilar con todos los devotos, el Jubileo de Amor, recordando la expresión del Beato Papa Pío IX: “¡Qué hermosa es; denla a conocer y llévenla a sus Misiones!” Es por ello que desean difundir un poco la historia de la devoción.

LEYENDA
La historia del ícono o imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se pierde en el pasado. En los primeros siglos de la Historia de la Iglesia, había una pintura muy semejante a la mencionada, la cual era venerada públicamente por la Iglesia de Antioquía, y que la leyenda atribuía a San Lucas. En el año 439, esta pintura fue obsequiada a la Emperatríz Santa Pulcheria. La Capital del Imperio de Oriente era Constantinopla. Aquí se construyó un Templo y en él se colocó su nuevo tesoro.
El Templo estaba en la parte de la ciudad donde la gente se ganaba la vida sirviendo de guía a los visitantes, y por esa razón el recinto tomó su nombre, y la famosa pintura empezó a ser conocida con el nombre de hodiguitria, palabra griega que significa “guía”, “conductor”.
Cada año, por la Cuaresma, el cuadro era trasladado al Palacio Imperial, y allí quedaba hasta el martes de la Semana de Pascua.
En el año 1453, los ejércitos mahometanos, mandados por Mahomet II, conquistaron Constantinopla, y uno de los soldados destrozó el ícono, y la imagen del Perpetuo Socorro es seguramente una de las copias de aquel famoso cuadro de la hodiguitria. Sus rasgos son marcadamente bizantinos, aunque con cierta influencia occidental. Es semejante a tantos íconos de la Virgen que se veneran en la Iglesia Oriental.

MENSAJE
El cuadro de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro es de los que no impresionan los sentidos, sino el corazón y la mente. Es una pintura para contar la Historia de María, la Madre de Dios, la Corredentora, la Medianera de todas las Gracias.
En su ícono, un pintor desconocido, quizás un Monje, no trata de realizar una obra de arte, sino de crear un espacio de oración en torno a Jesús y a su Santísima Madre. El Mensaje del cuadro es sumamente claro. En la parte superior derecha e izquierda se encuentra la abreviatura griega de las palabras Madre de Dios. El Ángel del lado izquierdo está señalado con letras griegas abreviadas, que dicen: “Arcángel Miguel”, y a la derecha: “Arcángel Gabriel”. De este mismo lado, junto a la cabeza del Niño Jesús, están las letras griegas que dicen: “Jesús-Cristo”.
Lo que el Artista desea contar, y lo hace con éxito, es que Jesús niño estaba jugando; los Arcángeles Miguel y Gabriel se le presentan llevando los instrumentos de su Pasión y Muerte; uno lleva la Cruz y los clavos; el otro, la esponja y la lanza. El Niño se asusta, y se abalanza a los brazos de su Madre. El Artista expresa la rapidez con que se abalanzó, por un detalle pequeño y humano. Una sandalia ha quedado colgando de su pie. También su miedo ha sido hábilmente retratado: sujeta la mano derecha de su madre con sus dos manecitas.

UNA OBRA QUE NOS LLAMA
Ésta es una “pintura de dolor”. Dícese que en el milagroso cuadro original, colocado en el Altar Mayor de la Iglesia de San Alfonso, en Roma, el Artista pintó huellas de lágrimas en los ojos de la Madre. Pero lo más llamativo de la pintura está en la expresión de los ojos. Parecen estar fijos en ti, en cualquier parte que te encuentres. Nos recuerdan que, si hemos pecado, hemos tenido parte en los sufrimientos de su Hijo y en la agonía que Ella tuvo que soportar. En este rostro, además, hay una mirada de queja; hasta cierto punto, una mirada de demanda, de reproche, pero sobresale su mirada de compasión y de misericordia, de ruego y de invitación.
Dicho ícono está pintado sobre una tabla de madera de 53 por 41 centímetros. Con ocasión de la restauración del mismo (en 1990), los Técnicos de los Museos del Vaticano lo examinaron, y el resultado del análisis, en especial el del carbono 14, indicó que la madera fue pintada entre los años 1325 y 1440.
El pintor sagrado se sirve de este medio tan sencillo para darnos una auténtica Catequesis y decirnos que, así como Jesús encontró protección en los brazos de María, del mismo modo la encontraremos nosotros. Aquí están las palabras de Cristo dirigidas ahora a ti, como en otro tiempo a San Juan, cuando estaba a los pies de la Cruz: “Ahí tienes a tu Madre”.
(Resumen del Libro “Denla a conocer”, del Dr. Francisco Pérez Colunga. CSSR. 2016, hecho por el Padre Manuel Hernández Talavera).

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