La Línea 3 del Tren Ligero
Recién construida, así lucía la Avenida Manuel Ávila Camacho o “Carretera Nueva a Zapopan”, en su tramo desde La Normal hasta el ingreso a la ex villa maicera, que vino a facilitar el desarrollo de la Romería de la Virgen; una tradición religiosa, cultural y social, ya próxima a los 300 años, y que no debe enfrentar obstáculos.
Pbro. Armando González Escoto
Cronista de la Ciudad
Gobernar es armonizar los distintos intereses, necesidades y condiciones de la comunidad, a fin de que ésta pueda vivir y progresar en equilibrio y, además, con costos mínimos.
La movilidad en una ciudad tan extensa como Guadalajara requiere, necesariamente, de abundantes recursos, con el propósito de que la gente pueda trasladarse de un sitio a otro con rapidez, seguridad y economía.
Usos y costumbres
Sin embargo, las calles y avenidas de nuestra urbe no son solamente carreteras para ir de un sitio a otro; muchas de ellas son también espacios construidos para que la Sociedad se exprese multitudinariamente en ellas, cuando así lo desee o requiera.
Es el caso que el proyecto de la Línea 3 del Tren Ligero, originalmente, tuvo como pretensión fortalecer un eje de comunicación que llevara desde San Pedro Tlaquepaque hasta la Carretera de Tesistán, aprovechando la existencia de un corredor de capital importancia para la movilidad en Guadalajara: el Eje 16 de Septiembre-Fray Antonio Alcalde-Ávila Camacho.
Esta escuadra facilita la vialidad entre el Poniente de la Zona Metropolitana por el lado de Zapopan-Tesistán, pasando por el Centro de la Ciudad y extendiéndose por la Avenida 16 de Septiembre para concluir en el Parque Agua Azul. Desde ahí se bifurca por la Calzada de las Higuerillas-Gobernador Curiel, o por la Avenida 8 de Julio, llegando ambas hasta el Anillo Periférico Sur. Es natural que miles de personas utilicen esta vía, precisamente porque son pocas las alternativas de comunicación, y la nueva Línea 3 no incluyó en su trazo toda esta zona, de gran densidad poblacional.
Elemental, haber previsto “la llevada”
Además, tenemos que recordar que el Eje Alcalde-Ávila Camacho se construyó con una intención precisa y muy clara: ofrecer, a la Romería del 12 de octubre, una Avenida amplia y directa que conectara la Catedral Metropolitana con la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan, constituyéndose, así, en una ruta procesional. La obra se hizo desde la decidida colaboración que se dio entre el Gobernador José de Jesús González Gallo y el Arzobispo José Garibi Rivera y, desde luego, con los recursos económicos de la comunidad tapatía. Este amplio eje procesional se inauguró exactamente con la Romería del 12 de octubre de 1953, y desde entonces ha sido la ruta no sólo tradicional, sino la más adecuada para un evento de tal magnitud, puesto que para eso fue realizada.
Posteriormente, esta obra de vialidad tan visionaria se usará también, y ampliamente, con fines de comunicación normal, favoreciendo la expansión de la Ciudad hacia el Poniente, hasta Zapopan, y desde ahí hasta la zona de Tesistán.
De igual manera, la Avenida Fray Antonio Alcalde, unida a la de 16 de Septiembre, será también el espacio ideal, amplio, bien comunicado y de largo trayecto para el desarrollo de otras festividades colectivas como han sido los diversos Desfiles Cívicos, Militares, Deportivos y Culturales que, al pasar por el Centro, lo mantienen vivo, vigente y valioso en la consideración social, atrayendo mieles de personas a este tipo de acontecimientos.
Quienes planearon la Línea 3, seguramente han sido conscientes de estos múltiples usos que tiene el tramo principal de este Eje, sea en dirección Guadalajara-Zapopan, o en su trayecto Agua Azul-Glorieta de la Normal. No obstante, persisten serias dudas acerca de la actitud de inclusión que han estado manejando. Y, conste: por inclusión entiendo el compromiso del Gobierno de respetar los espacios establecidos para el desarrollo de fiestas tradicionales que no son ni siquiera meros desfiles o festejos prescindibles o reubicables, sino que constituyen acontecimientos del mayor interés para la conservación de la identidad y la cultura tapatía, como es el caso de la Romería del 12 de octubre.
Así pues,desde esta óptica, no se entiende cómo, hoy en día, la Avenida Manuel Ávila Camacho, en vez de seguir concluyendo en la explanada del Arco de ingreso a Zapopan, lo haga en una paso a desnivel de cuatro carriles, que fractura, limita y aún obstruye la vialidad con dirección a la Basílica, y que para la misma Romería generará desde luego un cuello de botella.
¿Sabían los planeadores de que ocurre esta multitudinaria celebración, que requiere de amplios espacios para su desarrollo, y que, además, es un acontecimiento que merece el mayor respeto y atención? Seguramente procedieron desde la ignorancia, no desde la mala fe; o peor aún, puestos al servicio de otros grupos o intereses.
La experiencia de la Romería de 2015 reveló, a los miles de personas que asistieron, la inviabilidad de la ruta alterna, y el hecho mismo de que ese trayecto en su mayor parte está deshabitado, pues está poblado de negocios de la más diversa índole, lo cual no ocurre por el camino hecho ex profeso para la Romería y que, hoy, decisiones de Gobierno están seriamente afectando.
Por lo mismo, resulta evidente que el proyecto de peatonalizar del todo o parcialmente la Avenida Alcalde no debe perder de vista sus otros usos, ya mencionados, y en atención a ellos, la Autoridad Municipal debe brindar garantías de que este Eje seguirá siendo viable para el desarrollo de la Romería, desde la puerta misma de la Catedral hasta la Basílica.
Para ello, sería importante que los planeadores, que seguramente nunca han asistido al evento, se informen, vean fotografías, pregunten y tomen conciencia de lo que significa este fenómeno sociocultural de larga historia y especial significado en el imaginario de la Sociedad; en su concepto del espacio y del tiempo; en su apego a las raíces.
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