jueves, 25 de julio de 2013

Transmisión de la Fe en la Catequesis

Parroquia y hogar, comprometidos


Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis


La Evangelización es una tarea insustituible en nuestro mundo; es una labor de toda la Iglesia. En ella estamos implicados todos y cada uno de los cristianos. La labor que realizan los Evangelizadores y Catequistas es de una enorme responsabilidad en la transmisión de la Fe. Ellos, junto con la familia, son colaboradores de esta tarea, que requiere un proceso de formación no sólo en la infancia, sino en toda la vida de los creyentes. De ahí la importancia de la adecuada formación de los Catequistas, ya que ellos tienen la responsabilidad de la educación de la Fe de todos aquellos que el Señor les ha encomendado: niños, adolescentes, jóvenes y adultos.


Formadores idóneos


Imagen 058En la perspectiva de la Nueva Evangelización, conviene tener muy presente que «si la Catequesis es una de las tareas primordiales de la Iglesia» (CT 1), los Catequistas necesitan una buena formación no sólo para ellos mismos y en función de los catequizandos, sino también para toda la Iglesia, porque la auténtica Evangelización dependerá, en buena medida, de la calidad de la Catequesis; y no es posible ésta sin Catequistas bien preparados.

El Directorio General para la Catequesis, en su Numeral 234, nos dice: “Cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por Catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los Catequistas no puede ser descuidada”.

La formación trata de capacitar a los Catequistas para transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo. La finalidad de la formación busca que el Catequista sea lo más apto posible para realizar este acto de comunicación. La cima y centro de la formación de Catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el Mensaje Evangélico (DGC 235).

La persona del Catequista no tiene que ser contemplada como sujeto de información, sino de transformación. «La formación le ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol» (DGC 238).

Por esta razón, la preparación de los catequistas requiere una formación apropiada que cualifique a cada uno de ellos y le proporcione las herramientas necesarias para el desempeño óptimo de su tarea. Invertir tiempo, esfuerzo, espacios, proyectos formativos para recrear al Evangelizador, es tarea de la Iglesia, y en especial de la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis, a través del Departamento de Formación de Agentes, lugar desde donde se proyectan y ejecutan los procesos formativos y se acompaña a los Catequistas, que tan generosamente entregan su vida y esfuerzos, para que la propagación del Evangelio de Cristo se realice.

Fieles al mandato de Cristo y de su Iglesia: “Vayan y hagan discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19-20), los Catequistas llevan a cabo su labor para que la salvación llegue a todos los hombres y lleguen al conocimiento de la verdad (Cfr. 1 Tim 2, 4).


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