Luis Sandoval Godoy
131- Se las come ardiendo
Pobre de ese pobre. Acabará con la lengua ampollada, los labios hinchados, los cachetes colorados y los ojos chorreándole de las lágrimas.
Si hubiera guardado la debida moderación y el tino en ir sopeando el guiso, sorber con medido impulso, irle soplando a la cuchara de tiempo en tiempo…
La gente dice así de quienes son arrebatados e impulsivos, de quienes brincan adelante, de aquellos que quieren ganarlas todas, dejando atrás a los demás.
Y se usa una palabra que lo abarca todo: “es un gandalla”. Pues no; hay que ser mesurados, llevar el paso medido, tener cortesía y actuar de buenas maneras.
132- ¡Juega el gallo!
Que sepamos actuar con moderación, se acaba de aconsejar, y ahora se celebra el desplante resuelto, la actitud decidida de quien está dispuesto a la lucha.
Será cuestión de proceder en el justo medio: ni adormilados y timoratos que vamos por la vida con los ojos entreabiertos, las manos metidas en los bolsillos.
Pero tampoco atrabancados y arrogantes que pensamos abarcar el mundo en el puño de la mano, y que no hay compuertas que puedan atorarnos.
Estar dispuestos a entrar al juego de la vida con alegría, con la ruidosa alegría de este misterioso palenque en que se rebulle nuestra existencia: ¡Juega el gallo!
133- ¡Ponte conmigo!
Los chamacos se hicieron de palabras y quedaron de verse en el recreo para hacer valer las palabras con los hechos y para medir el alcance de sus puños.
Pero aparece a un lado “El Pisto”, desmedrado y enclenque; y por el otro, “El Bisco”, bien sobrado de carnes y con brincos rudos y manoteos que espantan.
Lo dice la gente y ha hecho ordinario el reclamo para quienes abusan de su fuerza o de cualquier otro medio para imponerse y someter a sus vecinos.
Así se dice cuando alguien atropella y lastima al vecino; que no se eche mano de un cierto poderío que no tiene el otro; que se venga acá: a ver, “¡Ponte conmigo!”
134- Mita y mita
Parece que no es cosa sencilla caminar con armonía y compartir, con los que nos rodean, los bienes que todos recibimos de Dios, unos más y otros menos.
Como que siempre pretendemos salir adelante, tratamos de avanzar con paso seguro, estirar el brazo y tener para nosotros mayores y mejores beneficios.
Y hay un sentido justiciero como norma para una feliz convivencia social, haciendo a un lado la envidia y el ruin afán de imponernos sobre los demás.
Casi por instinto de equilibrio y moderación, suele seguirse la fórmula que permite vivir en la convivencia que lo armoniza todo, mediante un “mita y mita”.
135- Ni modo que no…
Nadie dio la señal para que esto se hiciera de este modo, para que se evitara aquello, para que en común acuerdo se observaran tales o cuales normas.
Muchas de las actitudes de nuestra vida tienen firme raíz en aquella fuerza misteriosa, en aquella soberana definición de la conducta, llamada Ley Natural.
En buena medida, llevamos los Mandamientos de la Ley de Dios inscritos en la conciencia como un impulso nacido, alentado e impuesto en uno mismo.
Sabemos y sentimos todo aquello: el Primero, el Segundo, el Tercero, todos los Mandamientos como norma que nos guía, diciéndonos: “Ni modo que no”…
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