Diputados: Medio sueldo

Pero no es aquí…

Pbro. Germán Orozco Mora

Mexicali, B.C.

El Estado Mexicano, y su Gobierno, se han convertido en lo que Octavio Paz Lozano llamaba “El Ogro Filantrópico”. En México muere cada hora un niño o adulto mexicano por desnutrición; es decir, 23 personas diariamente, como ha revelado la Agencia de Noticias Reforma, mientras que cada día los Diputados, Senadores, Gobernadores y altos Funcionarios reciben entre dos mil, tres mil o más pesos diarios de “sueldo”.

Menos mal que, al menos en el Estado de Sonora, los Diputados Locales pertenecientes al Partido Acción Nacional, que encabeza Everardo López Córdova, han determinado rebajarse el sueldo en un 50 por ciento. Algo inusitado en medio de la generalizada voracidad de los políticos de todos los Partidos y Estados del país.

Al parecer, pertenecer a la clase política se ha convertido en un redituable negocio para quienes están dentro de ella. Dígalo, si no, el hecho de que apenas terminado el desgastante proceso electoral 2012 con el triunfo, muy dudoso, de Enrique Peña Nieto y el PRI, y ya están a la puerta del Instituto Federal Electoral, IFE, dos nuevos Partidos políticos solicitando registro y subsidio: MORENA de Andrés Manuel López Obrador, separado del Partido de la Revolución Democrática, PRD, y el Partido de Integración Ciudadana, de Manuel Espino Barrientos, el amargado ex Presidente del PAN nacional, que promueve una alianza, “capirotada” o “collage” de lo que él llama “intereses ciudadanos”, pero sin estar sustentado por alguna ideología.

Botón de muestra ante el derroche

No es insignificante, pues, el ejemplo que los Legisladores sonorenses del PAN, que dominan el Congreso del Estado, ponen al Poder Ejecutivo Estatal y a muchos Municipios, para que se auto-reduzcan a la mitad su sueldo, en medio de una desgastante campaña ciudadana en contra de la tenencia vehicular, promovida por el Gobernador Padrés Elías a través de esos mismos Diputados que ahora ganarán menos. Ante esto, el Ejecutivo Estatal debería hacer lo propio, así como sus Funcionarios, reduciéndose, todos, sus sueldos a la mitad.

“El Imparcial” de Sonora detallaba algunos aspectos de la cruel realidad en la que viven millones de mexicanos, en especial en comunidades marginadas de Guerrero, en donde la dieta alimenticia es café, tortilla y, en ocasiones, frijoles. Y “Reforma” revela, como queda dicho, que cada día muere un niño o un adulto mexicano por falta de alimento y problemas de salud.

Fue precisamente en Chiapas, donde el Presidente de México, inició la dichosa “Cruzada para erradicar el hambre”. Mas los Medios informativos no publicaron alguna imagen en la que el Mandatario entregase apoyos materiales, alimento, ropa, medicina, casas o algo a los necesitados.

La Cruzada dio principio con un rimbombante discurso en el que se “compromete” a abatir la pobreza. Lo mismo que han repetido Presidentes, Gobernadores y políticos de todos los tiempos. Y lo que hemos visto, sexenio tras sexenio, es que cada vez hay más políticos opulentos como el Epulón, aquel personaje evangélico a que se refiere Jesús, que se la pasaba banqueteando de fiesta en fiesta, y siempre esquivaba al pobre Lázaro, que murió de hambre y repleto de llagas que le lamían los perros. Epulón, empero, recibió el castigo eterno.

Ese será, sin duda, el destino de muchos empresarios, políticos, y de todos nosotros, si no somos capaces de compartir lo poco o mucho que tenemos con nuestros hermanos que sufren por hambre y claman justicia.

Y mientras que, por increíble que parezca, cada hora muere un mexicano por desnutrición, se afirma que nuestro país tiene en la reserva bancaria algo así como 180 mil millones de dólares, y sin deuda externa. Hay abundancia de petróleo, pero se tiene que importar gasolina de Estados Unidos, y así otras abundantes incongruencias, ante las cuales cabe preguntarse:

¿Para qué sirven o de qué están hechos nuestros gobernantes, nuestros políticos, y nosotros mismos?

Como refiere Roger Bartra, citando a Czeslaw Milowz, politólogo polaco: “Vivimos en la simulación, con una costra de hipocresía intelectual que nos impide hablar de lo que deberíamos hablar, y asumir lo que deberíamos asumir”.