“La esperanza en el futuro es el gran consuelo del presente”
José Luis González Santoscoy, 3° de Teología
Hombre prudente, sencillo, pobre, inteligente, sabio, devoto, fiel testigo de Cristo y, sobre todo, virtuoso, son tan sólo algunas de las particularidades que destacan en la persona de nuestro muy querido Papa Francisco, quien estará presidiendo, en unos cuantos días más, la tan esperada Jornada Mundial de la Juventud en la Ciudad de Río de Janeiro, Brasil.
Una Jornada en el marco del Año de la Fe
Desde que se conoce la energía atómica, la Humanidad sabe que a partir de una pequeña cantidad de materia puede generarse una enorme cantidad de energía; sin embargo, tiene que ocurrir previamente un suceso que libere toda esa energía concentrada, pues de lo contrario, nada pasará. Igual que sucede con esa energía acumulada, los jóvenes debemos descubrir el inmenso amor que Dios ha puesto en el corazón de cada uno, para que, con el impulso de la Fe, podamos dar ejemplo de entrega a Cristo en los demás. Basta que haya un solo joven con un intenso amor encendido en el corazón, para que otros cientos también se animen a ser testigos del Amor de Dios. Ojalá que esta Jornada de la Juventud sea ese acontecimiento que venga a liberar en muchos jóvenes ese amor acumulado para que se atrevan a compartirlo a los demás.
Actualmente, vivimos en un mundo complejo, globalizado y multicultural, con valores emergentes, que está siendo dominado por un nuevo paradigma: el de la vida cómoda. Por ello, yo invito a los jóvenes a sacudirse la apatía, a imitar el ejemplo de jovialidad, alegría y entrega del Papa Francisco, para, junto con él, seguir de cerca esta Jornada Mundial de la Juventud y descubrir qué es lo que Dios les está pidiendo para transformar el mundo.
Lo que vale, cuesta
Es triste ver a tantos muchachos que vagan sin rumbo por estar envueltos en una cultura del sinsentido que los conduce a la desesperación. ¡Es necesario despertar! Los jóvenes podemos realizar una inversión eterna de nuestras vidas, cada cual desde su ámbito de acción, para llevar alegría a los tristes, consolar a los que sufren, proteger a los débiles, amar a los despreciados, perdonar a los enemigos… De esta forma, estaremos acumulando bienes eternos y, a la vez, ayudando a transformar este mundo, a ejemplo de Cristo.
Los reto a que seamos jóvenes santos. Si tenemos la certeza de que al ir por el camino difícil obtendremos un lugar en el Cielo, vayamos por ese sendero decididamente. Lo más seguro es que éste nos tomará más tiempo, nos implicará más trabajo y esfuerzo y quizás recibiremos incomprensiones; sin embargo, al final de este trayecto en la Tierra, obtendremos nuestra recompensa en la vida eterna.
Tiempos de Reforma
Al igual que el Papa Francisco trabaja en una reforma de la Iglesia, también los jóvenes debemos reconocer que es necesario emprender una reforma en nuestras propias vidas, una reforma de la que pocos hablan y que es la verdadera palanca de impulso que necesitamos para ayudar a la transformación de este mundo; me refiero al cambio de actitud, de la forma de enfrentar los problemas de la existencia, de la calidad en nuestras respuestas, de la manera en que perdonamos, en que nos entregamos; en suma, de la forma en que amamos.
Tú, joven, ¿qué has hecho para ayudar a transformar el mundo?
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