Daniel León Cueva
Es el Verano el que se encargó de descorrer el telón y dejar al descubierto el esplendoroso escenario. Ya la Primavera había preparado la tramoya tiñendo de verde el paisaje; pero ahora son los huracanes los que acarrean los grandes chubascos que bañan laderas y sierras y que le dan ímpetu y anchura a arroyos y ríos.
Cada cual cumple con su actuación porque es el justo tiempo para salir al foro. Cada cual sabe su papel y lo interpreta a perfección, sin margen de error, simplemente porque la Naturaleza no se equivoca: sigue al pie de la letra el libreto que le estipuló el Productor, Autor y Creador.
Monótono si se contempla, variado si se navega, el torrente sigue su curso con la libertad de su fuerza, con la limitación de su cauce. Su rol es importante no sólo por lo pintoresco, sino porque le sustenta vida a los peces, es abrevadero para la fauna exterior, alimenta los mantos acuíferos que facilitan la savia del bosque.
La obra posee argumento, mensaje, música, enorme riqueza visual, y hasta ofrece interlocución y reciprocidad… Con majestuosa humildad, solamente aguarda que se le admire, bendiga y disfrute.
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