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El viernes 14 de junio, después de un lento y árido inicio administrativo, la Dirección de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura abrió al público una pequeña parte de los muros de tan importante recinto, para ofrecer dos muestras de otros tantos creadores: la del Pintor tapatío Juan Carlos Oscos, quien a través de diez obras suyas, de mediano y gran formato, recrea un conjunto que bautizó como ‘La progenie de los cometas’, y una copiosa serie de polípticos hechos por Gemma Galo, a la que quiso llamar ‘Las leyes del deseo’, por tener “la pasión como motor creativo”, según sus palabras.
Ambos artistas, en pleno proceso de madurar sus proyectos profesionales, dan fe de ese vertedero ilimitado que de cien años a la fecha ha facilitado a los pintores reproducir sin sentimientos de culpa sus estados interiores, y externar, en propuestas plásticas figurativas y cromáticas, lo que no podría decirse con palabras.
“Nadie sabe lo que hay en la olla; nada más la cuchara que la menea”, dice el pueblo, y de forma muy puntual lo vemos en el pincel de las propuestas a las que venimos refiriéndonos.
Juan Carlos Oscos, arguyendo, no sin fundamentos, que la composición química del hombre le emparenta con la de los cometas, lo califica como “polvo de estrellas”, elevándolo a donde él quiere: “El Cosmos crea al hombre. El hombre crea a Dios y a sus demonios”, dice con invertido panteísmo. Para alcanzar su fin, el Pintor otorga un papel fundamental a la textura de sus óleos sobre tela y a los tonos opacos y en escala de grises de sus pigmentos.
Por su parte, siendo el deseo “como delirio estético” lo que rige la obra de Gemma Galo -esgrime-, para alcanzar su meta recurre a pequeñas series de cuadros en pequeño formato y técnica mixta, en los que funde mediante el color lo figurativo y lo ‘abstracto’, dando como resultado intensas estampas, cuya fuerza y predominio son el eje rector de sus temas.
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