jueves, 18 de julio de 2013

EDITORIAL

Tragedias firmadas por la inconsciencia.


“Hoy es un día trágico para el matrimonio y para nuestra nación. La Corte Suprema ha impuesto una injusticia profunda al pueblo estadunidense al derogar parcialmente la Ley Federal de Defensa del Matrimonio. La Corte se equivocó”.

Así lo señaló la Conferencia Episcopal de los Obispos, en declaración de su Presidente, el Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York.

Alguien más ha recordado que los imperios no se derrumban por causas externas, guerras, terremotos, o desastres naturales, pues casi todos los pueblos pueden sobreponerse a estos cataclismos, sino que la causa fulminante más profunda y devastadora para la demolición de cualquier hegemonía es la corrupción que carcome los ideales y leyes que lo han sostenido. La Historia nos ha demostrado en la antigüedad la debacle dolorosa que estas situaciones produjeron en esos pueblos que, desde su grandeza, cayeron en la decadencia, la ruina y la destrucción.

También se puede observar y percibir, constatando en los Anales, que muchos pueblos, aun teniendo a la vista síntomas de advertencia preocupantes por haber hecho caso omiso de ellos, se precipitaron en profundos abismos de contra-civilización. Cuando se olvidan o se atropellan sencillamente las leyes naturales, como parte esencial de la condición humana, esto trae consecuencias terribles y casi irremediables, y una convivencia autodestructiva y contradictoria.

Cuando los niños ya no son la alegría y esperanza de la familia; cuando los ancianos han perdido su respetabilidad y su capacidad de consejo en una Sociedad; cuando la Religión deja de ser una ventana a lo trascendente, una inspiración para el buen vivir, que dé pautas de regulación de la conducta para el respeto mutuo; cuando toda Ley proviene de un sistema variable, cambiante por los estados de ánimo, por las tendencias de moda, o es impuesta por un grupo minoritario de torcidos intereses, algo grave sobreviene, pues la Sociedad entera desemboca en un callejón sin salida que pudo haberse evitado.

Si nos asomamos a otras regiones del orbe que se autonombran avanzadas, hoy no sólo adoptan, sino que quieren imponer sus propias reglas morales a otros, como si éstas dependieran de acuerdos personales. Hoy cada nación, sobre todo en Europa, quiere tener e imponer sus propios… “estándares de educación y permisión sexual y formular las leyes y políticas educativas para los responsables y especialistas de Salud”.

Sobre esto, los Obispos del vecino país del Norte han mostrado su preocupación por el tema, “puesto que se plantea como el intento de promover un único modelo de instrucción en todo el Continente europeo, y un modelo a seguir en el campo de la educación sexual, que luego otros países de América pretenden ya copiar.”

Mas, al revisar, así sea por encima, tales propuestas, se ponen en evidencia las aberraciones delirantes de una supuesta libertad y autodeterminación que no toma en cuenta ni las leyes naturales ni la cordura en asuntos medulares para regular el comportamiento y la convivencia humana.

Por eso, los Prelados norteamericanos han dictaminado sensatamente que dichos “estándares propuestos no hacen ninguna referencia a principios morales y existen olvidos premeditados de normas seculares con las que hemos convivido por siglos”. Y entre otras aberraciones de gravedad, en los textos de reforma de las leyes aprobadas por la Suprema Corte , “no se hace mención alguna al hecho de que la relación sexual con una persona menor de quince años, en la mayoría de los países está penalizada”.

¿Hacia dónde se encamina, pues, nuestra inconsciencia?


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