jueves, 28 de agosto de 2014

Vivir en la pantalla

¿Cómo hacer que nuestros hijos tengan buenos hábitos?


No sólo hay que darles órdenes, sino motivarles intrínseca y extrínsecamente; pero, sobre todo, trascendentalmente…


foto (8)Así lo refiere el Especialista Orfa Astorga de Lira, en la edición digital de la Revista “Ser Persona”.

Educar motivando a nuestros hijos es, fundamentalmente, formar su inteligencia y voluntad en la adquisición de virtudes; es decir, hábitos buenos, valores que los hagan crecer, obteniendo de ellos una obediencia inteligente, libre y responsable.

Que sean capaces de interiorizar en sus motivos, en el porqué y para qué de la bondad de sus acciones, y que su valor se haga parte de ellos.


Muy bien, pero… ¿Cómo?
Razonemos con ellos; no demos simples órdenes o instrucciones, sino expliquemos los motivos para dirigirlos. Son muy importantes las motivaciones adecuadas.

Existen tres tipos de motivación en que podemos ubicarnos: motivaciones intrínsecas, motivaciones extrínsecas y motivaciones trascendentales.


MOTIVACIÓN INTRÍNSECA
Un ejemplo puede ser:

Adrián: si obtienes un buen promedio en tus calificaciones, te daré en premio la bicicleta que tanto te gusta.

La motivación intrínseca es necesaria, pues el bien inmediato es claro y muy tangible, por lo que es natural la tendencia a poseerlo como algo bueno. Aquí entran en juego las capacidades para poner los medios y pagar el precio; en este caso, un esfuerzo académico. En tal motivación el bien que se le propone, siendo bueno (la bicicleta), es algo que se queda en él, pues sólo se beneficia a sí mismo. Es una motivación buena, pero incompleta formativamente, toda vez que, motivándolo únicamente de esta manera, puede llegar a desarrollar una personalidad egoísta: “yo siempre a lo mío”.


MOTIVACIÓN

EXTRÍNSECA


Siguiendo con el mismo ejemplo:

Adrián: si mejoras el promedio en tus calificaciones, además de obtener la bicicleta, significa que te superas como estudiante y que estás construyendo un buen futuro. Llegarás a ser un buen Profesionista.

Aquí, la motivación está relacionada más con el Ser (lograr algo de más entidad) que con el simple tener, como la “bici”, que es algo que se pierde o se agota fácilmente, y así comienza a forjarse la autoestima verdadera del individuo. Es una motivación que desarrolla una visión de futuro. Ante esto, Adrián se compromete a perseverar en un esfuerzo que requerirá de sólidas virtudes; se trata de un bien superior que puede alcanzar con su inteligencia y voluntad. Con todo, siendo éste un valor de mayor peso, Adrián aún sigue beneficiándose sólo a sí mismo.


MOTIVACIÓN TRASCENDENTE

Siguiendo con el mismo ejemplo:

Adrián: si mejoras en tus calificaciones, además de obtener la “bici”, de mejorar como estudiante y de que estarás construyéndote un buen futuro, lo más valioso será que en el presente corresponderás a nuestro amor de padres, apoyarás a tu escuela con la aportación de tu prestigio y podrás hacer mucho bien con tu ejemplo y ayuda a tus compañeros.

En este último ejemplo, la motivación se encuentra fuera de Adrián, a quien se le propone actuar por un fin superior a sí mismo, que es abrirse al bien del prójimo, trascendiendo a sus propios intereses. Ya no piensa en beneficiarse sólo a él mismo.

Educar despertando la motivación trascendente en nuestros hijos, es educar su libertad para ponerse al servicio de los demás por amor y compromiso. Podemos y debemos educar a nuestros hijos manejando adecuadamente nuestras propias motivaciones. Predicando con el ejemplo.

Considero que, además, una motivación trascendente de tipo espiritual puede ayudar, por ejemplo, indicando que quien es responsable y hace muy bien sus tareas o quehaceres, da Gloria a Dios con su vida, se va perfeccionando, va en camino verdadero de santidad. Y, como a quien obra bien le va bien, pues se le da este premio, que es sólo un pequeño símbolo del Premio, así, con P mayúscula: el de la Gloria Eterna.


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