jueves, 28 de agosto de 2014

Los salarios mínimos, a debate

No bastaría con eso


Desazolve Río La Pasión


Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero


Primero Miguel Ángel Mancera Espinoza, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, de extracción perredista, y luego el Partido Acción Nacional (PAN), pusieron sobre la mesa la pertinencia de no mantener el salario mínimo actual. El primero pide un debate, y los blanquiazules tienen en mente una consulta que, a simple vista, parece innecesaria, ya que los resultados son muy predecibles.

Luego de estas propuestas, resultó muy interesante el debate público que se ha gestado a partir de este tema; pero lo primero que tenemos que recuperar son los datos duros respecto del minisalario:


1. El monto de un salario mínimo está por debajo de la línea de la pobreza que propone el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

2. Después de Haití (el país más pobre de América), el salario mínimo más bajo en el Continente es, precisamente, el mexicano.

3. El aumento al salario mínimo en México, del año 2010 a la fecha (los últimos cinco años), es el equivalente a comprar un kilogramo de tortillas.

4. De 1986 a la fecha, de acuerdo a la Universidad Nacional Autónoma de México, el salario mínimo perdió el 77 por ciento de su poder adquisitivo.

5. El monto del salario mínimo en este año es de 67.29 pesos diarios, y de acuerdo a la Universidad Iberoamericana-Puebla, para que el salario mínimo realmente satisfaga las necesidades de una familia, debería de ser de 192 pesos diarios; es decir, casi tres veces más que el actual.


Todos los datos anteriores no dicen que mantener este tipo de salarios mínimos es por demás insuficiente e inexplicable; sin embargo, han surgido voces de la clase política, entre las que destacan el Gobernador de Banco de México (Miguel Carstens) o el Secretario del Trabajo y Previsión Social (Alfonso Navarrete Prida), señalando los riesgos que conlleva para la política macroeconómica aumentar el salario mínimo, ya que, según ellos, puede generar una mayor inflación.


Dos visiones sobre el salario mínimo

Evidentemente, es muy importante debatir sobre los montos del salario mínimo actual y el aumento que necesariamente debe experimentar; sin embargo, el tema central de la discusión está en el propósito de la existencia del salario mínimo. Por lo menos podemos encontrar dos visiones opuestas:

La primera visión, que es la que sustenta primigeniamente la idea de un salario mínimo, es establecer el tope más bajo que puede tener el ingreso de un trabajador y que no vulnere la calidad de vida que tendría que gozar cualquier ciudadano; es decir, es lo mínimo indispensable para que una familia pueda adquirir los satisfactores básicos.

Un salario mínimo, desde esta perspectiva, es una estrategia fundamental para combatir la pobreza, puesto que a ningún patrón o empresa se le permitiría pagar un salario menor, ya que atentaría contra la dignidad y los derechos de las personas al no poder acceder a los bienes y servicios básicos. Así, a partir de los Derechos Humanos, el salario mínimo debería tener esta característica muy definida.

La segunda visión, que se impuso en México desde la llegada del neoliberalismo, es que el salario mínimo constituye una herramienta de la estrategia macroeconómica que sirve para colaborar con el control de la inflación (no es la única manera) y para la atracción de capitales internacionales, a los que se les ofrece como ventaja competitiva la mano de obra barata.

Sólo por hacer algunas comparaciones: el salario mínimo por hora, en el Reino Unido, es de 8.24 dólares; en Francia es 10.17 dólares; en España es de 4.55 dólares; en Corea del Sur, 4.86 dólares; en Estados Unidos, 9.25 dólares; en Canadá es de 7.59 dólares; en Chile, es de 2.80 dólares, y en México es de 80 centavos de dólar por hora. Es decir, la clase política neoliberal ha mantenido el control de los salarios para ofrecer este tipo de ventajas a los inversionistas globales.

Recordemos que el férreo control del salario empezó con los llamados Pactos de Solidaridad Económica a finales de 1987, cuando todavía gobernaba Miguel de la Madrid Hurtado, y Carlos Salinas de Gortari era Secretario de Programación y Presupuesto. En aquel momento, se firmó este Pacto con el fin de evitar la hiperinflación, pero luego se conservó esta estrategia para mantener la inflación a un dígito y, por lo tanto, los aumentos al salario mínimo se ligaron a la inflación, con lo cual se condenó a los asalariados a no poder incrementar su poder adquisitivo, ya que el salario se aparejaba con el encarecimiento de la vida.

Sin duda alguna, este debate es fundamental para la vida del país. Y, según mi opinión, es necesario dar un viraje para que el salario mínimo se establezca desde una perspectiva de Derechos.


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