jueves, 14 de agosto de 2014

Predicación y Vida

La Iglesia Católica, ¿oscurantista?


Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Arzobispo Emérito de Guadalajara


Que la Iglesia es oscurantista, retrógrada, enemiga de la Ciencia y del progreso, y otras lindezas más, son las calumnias que se vienen repitiendo desde hace dos siglos en los ambientes estudiantiles y universitarios, por parte de Profesores sabios, o no tanto, que en pocos días empañan la Fe de los alumnos y los alejan y predisponen contra la Iglesia. Estas difamaciones son por obra de los hombres de la Ilustración.


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Hechos comprobados, argumentos irrefutables
Para dar una respuesta, toco aquí un breve punto, comprobado por la Historia, en el que la Iglesia Católica tiene un indiscutible mérito. Se trata de la rica Cultura Grecolatina, matriz de la Cultura Occidental, deudora de aquélla en muchos y diversos campos, como la Filosofía, Lógica, Retórica, Poesía, Teatro, Matemáticas, Derecho, Bellas Artes, Política, Democracia y hasta Deportes (Cfr. las Olimpíadas). Todo ello tuvo su origen en Grecia y Roma.

Con la invasión de los bárbaros, entre los Siglos IV y VI de nuestra Era, desapareció el Imperio Romano de Occidente, y Europa se sumió en el caos, en la pobreza y en la ignorancia; quedó sólo la Iglesia como un faro de luz en medio de las tinieblas. Fueron, sobre todo los abundantes Monasterios, los que educaron a los bárbaros, y no únicamente en la Fe, sino también en la organización civil, en el cultivo de la tierra y en la cría de ganado; Conventos donde, asimismo, los Monjes se consagraban a Dios y empleaban su tiempo en la oración, el trabajo manual y el estudio.

Abonando el tema que nos ocupa, los Monjes, pacientemente y con grandes sacrificios, copiaron, para fortuna de la Humanidad, los manuscritos de los clásicos, tanto griegos como latinos, salvándolos de perecer: Sócrates, Platón, Aristóteles, Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Herodoto, Pitágoras, Cicerón, Virgilio, Ovidio, Plinio, Horacio, Terencio, Juvenal, Séneca, etcétera. De igual manera, los escritos de los primeros Padres de la Iglesia se salvaron para la posteridad.


Perenne gratitud
Monjes italianos, franceses, alemanes e irlandeses, animados por San Bonifacio o por San Patricio, en largas jornadas, a veces a la luz de una vela y sufriendo el intenso frío, hicieron esta enorme contribución a la Cultura de Occidente. Un Monje copista dejó en un manuscrito este mensaje: “Aquellos que no saben escribir, se imaginan que esto no es trabajo, pero aunque sólo tres dedos sostienen la pluma, todo el cuerpo se fatiga”.

Otro Monje, implorando nuestra simpatía por haber terminado de copiar el Comentario de San Jerónimo al Libro de Daniel, escribió: “Buenos lectores que se sirven de esta obra, les pido que no se olviden del que la copió: fue un pobre Hermano llamado Aloisio, que mientras transcribía este volumen, traído de otro país, soportó el frío y fue obligado a terminar en la noche lo que no había podido escribir con la luz del día. Pero tú, Señor, le darás la recompensa completa de sus trabajos”.

Cuando el Conde de Montalembert escribió, hacia 1860-1870, los seis Volúmenes de la Historia de los Monjes de Occidente, se quejaba de no poder dar de ellos más que una vista de conjunto. Si la Cultura Clásica Greco-Latina se hubiera perdido, como muchas otras Culturas se habrán perdido en los avatares de la Historia, el Occidente y nuestra Cultura serían totalmente distintos de lo que ahora son. Es mérito, pues, de los Monjes, que para copiarlos correctamente debieron saber griego y latín y estudiarlos debidamente para habérnoslos transmitido, al mismo tiempo que ofrecían a Dios su vida en la oración y el duro trabajo de cada día.


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