jueves, 7 de agosto de 2014

Adorador del Padre en espíritu y en verdad

El Padre Pablo María Guzmán Figueroa, Misionero del Espíritu Santo, en vida practicó el Amor y la Caridad, la Fe y la Esperanza, virtudes que lo llevaron a tener fama de santo. Ahora es Siervo de Dios y se espera que pronto pueda ser beatificado.


Dulce Natalia Romero Cruz


Pablo María Guzmán nació en Cuanamuco, Guanajuato, el 25 de septiembre de 1897. Ese mismo día lo llevaron a bautizar con el nombre de Bardomiano de Jesús. Sus padres fueron José Guzmán Toledo y Refugio Figueroa de Guzmán.

Desde niño mostró gusto por la oración, y le pedía a su abuelito que lo llevara a la iglesia. Cuando terminó la Primaria pidió permiso para irse al Seminario, pero sus papás no lo dejaron, hasta que cumpliera los 14 años.


Definiendo su vocación
En 1916 conoció al Padre Félix de Jesús Rougier, y le llamó la atención la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo por su espiritualidad, de tal manera que pidió ser admitido en ella. En 1919 tomó el Hábito de esos Religiosos y profesó en 1921. Fue ordenado Sacerdote el 29 de septiembre de 1923 en la Ciudad de México. Siempre sintió una protección especial de San Miguel Arcángel, a quien se encomendaba frecuentemente.

Trabajó incansablemente por dar a conocer las Obras de la Cruz y viajó por toda la República para establecer Centros del Apostolado de la Cruz y Círculos del Espíritu Santo. Estudió en Roma Derecho Canónico, en 1932.


Constructor incansable

Fundó en 1936 la Congregación Religiosa de las Misioneras Eucarísticas de La Santísima Trinidad, cuyo ser íntimo es la gratitud y la adoración. Fue la primera Congregación mexicana que abrió sus puertas a la Misión Ad Gentes.

Cuando viajó a Roma en1950 con motivo de la Declaración del Dogma de La Asunción de María, y luego a Tierra Santa, recibe la Gracia de comprender que el Sacrificio de la Misa es la forma perfecta de darle Gloria a La Santísima Trinidad, y a partir de entonces trabajó intensamente en bien de los Sacerdotes, creando un Movimiento llamado Unión Sacerdotal Universal, con la finalidad de invitar a los Presbíteros a que, al celebrar la Santa Misa, lo hagan con profundo amor y respeto.

En su Congregación ejerció diferentes cargos, como Consejero y Ecónomo General, Superior de algunas Casas, Subdirector de los Centros del Apostolado de la Cruz con sus respectivas Revistas, entre otros.



Los Misioneros del Espíritu Santo lo recuerdan como un Sacerdote alegre; entregado íntegramente a su apostolado; con mucha frecuencia en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando muchas horas al Sacramento de la Reconciliación. Se distinguió por la obediencia a sus Superiores, aunque no pocas veces le costara.



Lo que lo definió

Una de sus características fue la entrega a su sacerdocio; lo amaba y lo agradecía profundamente; sabía que era una Gracia para sí mismo y para los demás, y trabajó incansablemente para que las personas amaran a Dios y vivieran plenamente su vida cristiana.

Al encontrar y reconocer que su misión dentro de la Iglesia era la gratitud ante los dones de Dios, pidió que su lápida mortuoria tuviera como epitafio sólo esta frase: “¡Fue muy agradecido!”.

El 17 de febrero de 1967, Dios lo llamó al Cielo, dejando una arraigada fama de santidad, que se ha venido extendiendo a lo largo de estos años. Sus restos descansan en el Templo Expiatorio de San Felipe de Jesús, en la Ciudad de México.


Causa

A la muerte del Padre Pablo, algunos Sacerdotes y el Arzobispo italiano Luigi Raimondi, entonces Delegado Apostólico en México, recomendaron introducir la Causa de su Canonización. La Congregación solicitó a Monseñor Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo Primado de la Arquidiócesis de México, el inicio de este Proceso, y el 25 de marzo de 1993 se introdujo la Causa.

Actualmente, el Proceso se encuentra en Roma; ya se entregó la “Positio” o Tesis en la que se presenta a la persona, su doctrina y virtudes, esperando sea revisada, primero por la Comisión de Teólogos y luego por la de Cardenales que, si lo creen conveniente, se la presentarán al Papa. Esto acontecerá en el primer semestre de 2015. Mientras tanto, se debe esperar un milagro que confirme su santidad.


•Información proporcionada por la Hermana. María Guadalupe Ortiz Caso, Misionera Eucarística de La Santísima Trinidad.


Sus principales obras:

-El 11 de octubre de 1933 escribió “La Oración de Fuego al Divino Padre”, para pedirle los adoradores del Padre en Espíritu y Verdad.

-El 20 de noviembre 1936 fundó en la Ciudad de México, con la señorita Enriqueta Rodríguez Noriega, la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de La Santísima Trinidad, y el 25 de diciembre de 1937, la rama seglar de las Misioneras Auxiliares Hijas de la Soledad de María.

-Ejerció fructífero Apostolado Espiritual en el Seminario de Lima, Perú, con los futuros Sacerdotes, quienes confiadamente acudían a él porque los orientaba, con palabras y ejemplo, para ser santos.


NP familia 3


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