Texto y Foto: Pbro. Alberto Ávila Rodríguez
Ya mero completas tu Cruz en lo alto, donde todos volteen hacia arriba y puedan mirarla. Tus Mártires tuvieron otras cruces muy dolorosas, pero las abrazaron sin titubeos ni desdén. Ellos sabían de qué se trataba, cuando gritaron sus Vivas a Jesucristo, Señor y Rey del Universo, y a la Virgen Guadalupana.
Ahí está, en ciernes, un Santuario alzándose sobre el Cerro del Tesoro, con la fuerza de lo Alto. Ha tenido sus Viacrucis… y no nomás los Viernes Santos. Otros días, con otros verdugos y con otras gentes. Todo tiende a que el sufrimiento sea el ingrediente indispensable para llegar al Calvario; ese modo de ser del ansia que encamina hacia la Vida Nueva.
Queremos labrarte un Gólgota de religiosidad para reconocer a nuestros Mártires; pero esa tarea se cultiva despacio, con la Fe en el corazón de muchos; esa misma virtud que construye santuarios interiores con la devoción de todos; esas piedras vivas imponentes para lograr la edificación de Dios, de su Reino entre nosotros.
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