jueves, 28 de agosto de 2014

La Globalización de la Indiferencia

Silvia Anahí Ruvalcaba Ortiz

Instituto Juan Pablo II para la Familia


Ganadores Parapanamericanos


La palabra globalización se puso de moda en las últimas décadas, así que no me extraña que ya la hayas escuchado anteriormente. En términos generales, cuando se habla acerca de ella sabemos que se refiere básicamente al creciente grado de interacción, integración y correlación entre los distintos actores, sectores y niveles del sistema internacional.

Sin embargo, el término “globalización de la indiferencia”, lo utilizó recientemente el Papa Francisco en el curso de una Homilía que pronunció en la isla italiana de Lampedusa, primer puerto de llegada a Europa para miles de inmigrantes del Norte de África, en donde condenó ese tipo de discriminación ante la situación de los africanos indocumentados que intentan llegar a Europa en botes destartalados, y ante ello, pidió un “despertar de las conciencias”.


Tu comodidad es tu complicidad

Tal como lo mencionó el Vicario de Cristo en aquella ocasión, la “globalización de la indiferencia” implica perder de vista “el sentido de la responsabilidad fraterna”, con lo cual dejamos de ver a los demás como hermanos y los miramos como a alguien que molesta mi vida e interfiere con mi bienestar.

Es verdad que existen personas que se justifican diciendo que su pasividad no tiene “nada malo”. Viene a ser el típico argumento del “yo no robo, no he matado a nadie, no digo mentiras”, y con esa simple autocalificación se cruzan de brazos como si “no hacer nada malo” fuese suficiente. Es por ello que les invito a reflexionar lo siguiente: en un mundo en el que esa creciente autoexclusión está expandiéndose cada vez más, ¿basta simplemente con no hacer “nada malo”? ¿No será, más bien, que necesitamos no sólo evitar el Mal, sino indispensable hacer el Bien?


Vence al Mal con la fuerza del Bien

De acuerdo con el Santo Padre, la “globalización de la indiferencia” ocasiona un tipo de “anestesia” en el corazón, con lo cual nos acostumbramos a ver a personas que sufren y se nos hace tan “normal”, que ya ni caso les hacemos: “¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro como algo que no tiene qué ver con nosotros, que no nos importa, que no nos concierne!”

Aquello que, a mi parecer, puede ayudar a vencer esa actitud indiferente vendría a ser la globalización de la caridad.


Debe constituir totalmente un reto y una responsabilidad para nosotros como cristianos y como jóvenes.

¿Cuántas veces se nos ha dicho y recordado que el futuro está en nuestras manos? Comencemos, pues, por pequeñas acciones que conviertan poco a poco nuestra indiferencia en interés por los demás, iniciando por las personas que están más cerca de nosotros: nuestra propia familia.

“La Sociedad, cada vez más globalizada, nos hace más cercanos, pero no más hermanos” (N° 19) Caritas in Veritate, Benedicto XVI.


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