Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara
El oscurantismo es la calumnia que se ha venido repitiendo a diario en ambientes universitarios e intelectuales, y por desgracia, también, entre el público aun católico, pero mal informado. Para confirmar dicha calumnia se aduce inmediatamente la sentencia contra el Sabio Matemático y Astrónomo Galileo Galilei (1564-1642), quien fue condenado por la Iglesia luego de difundir el sistema heliocéntrico. El de Galileo, como dice el Sabio y Santo Cardenal inglés Henry Newman, es el único caso que se le puede imputar a la Iglesia. Y, por deplorable que sea, le ha hecho mucho daño.
Algunas precisiones
Sin embargo, la verdad de las cosas es que el sistema heliocéntrico lo descubrió Nicolás Copérnico (1473-1543) mucho antes que Galileo. Copérnico, si no fue Sacerdote, ciertamente fue un buen católico, Terciario Dominicano y propuesto como candidato para ser Obispo.
Conforme a este sistema astronómico, no es el Sol el que gira en torno a la Tierra, sino la Tierra y los planetas son los que giran en círculos perfectos y a velocidad uniforme (cosa que no es cierta) alrededor del Sol. La Iglesia no condenó a Copérnico; al contrario, le reconoció sus méritos, y el mismo Copérnico dedicó su obra al Papa Pablo III.
Galileo adoptó el sistema copernicano, le añadió algunos descubrimientos adicionales y lo propagó con entusiasmo. Tuvo amistad con los Pontífices. Basta citar al Papa Urbano VIII, quien lo recibió en 1624 con honores, le hizo importantes regalos y le dijo que la Iglesia nunca había condenado el sistema copernicano, ni lo haría.
Tuvo también, Galileo, amistad e intercambio de puntos de vista con los hombres Sabios de Iglesia, que los había notables: Astrónomos y Matemáticos que estudiaron su Teoría y confirmaron sus descubrimientos. Estos Sabios Eclesiásticos, por cierto, formaron la Comisión que hizo la Reforma Gregoriana del Calendario Solar en 1582, corrigiéndolo en diez días, que se añadieron al viejo Calendario Juliano. Este Calendario Gregoriano rige hasta ahora en el mundo.
De la obstinación a la precipitación
El error de Galileo fue empeñarse en proponer como cierto lo que hasta entonces era una Teoría aún no comprobada. Su fogosidad, su terquedad, y sobre todo el querer meterse a Teólogo y cuestionar la veracidad de la Sagrada Escritura, causaron el problema, porque si el Sistema copernicano es cierto, la Sagrada Escritura está equivocada cuando en algunos pasajes afirma que el Sol se mueve, como por ejemplo cuando se asienta que Josué detuvo el Sol (Jo.10, 12-13).
En 1616, las Autoridades Eclesiásticas le pidieron a Galileo que dejara de enseñar la teoría copernicana como cierta, pero que era libre de enseñarla como una hipótesis. Galileo permaneció aferrado a su postura, y en 1633 fue declarado sospechoso de herejía y se le prohibió publicar más sobre el sistema copernicano. No hubo excomunión ni cárcel ni cosas parecidas. Desafortunadamente, esta imprudente censura ha hecho mucho daño a la Iglesia porque se le ha magnificado y descontextualizado.
Por su parte, los Teólogos que censuraron a Galileo cometieron el grave error de interpretar literalmente la Sagrada Escritura y de no tener en cuenta que no es un Libro de Ciencias Físicas, Naturales, Históricas, Astronómicas, etc., sino un Mensaje de Salvación de Dios para el hombre, que se realiza en Cristo, y que se expresa en lenguaje común y no científico; más bien, que habla según se expresa la gente.
Tocante al Sol, señala, según las apariencias y el modo de decir común, que “el Sol sale, el Sol se mete”, y así seguimos diciendo después de siglos de comprobado como cierto el sistema heliocéntrico de Copérnico.
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