jueves, 6 de marzo de 2014

EDITORIAL

Belleza, música y oración, contra las balas


Son diversos los polvorines del mundo, en que la crisis llega a límites que han desbordado toda prudencia. La violencia deshace los vínculos acordados en la paz y se expresa como contradicción en los caminos de la prosperidad, porque ha sido engendrada en la matriz del error, el odio, la insidia, la mentira, la venganza o el deseo de silenciar a los contrarios. Las balas se imponen a las barricadas; la fuerza del poder aniquila la inconformidad de los grupos sociales, y se ha engendrado destrucción y muerte.

En los países donde se han focalizado últimamente los brotes de la violencia se han producido declaraciones en todos los tonos. Al parecer, las mejores cartas de la baraja de la solución no se han puesto sobre la mesa. En Siria, Ucrania, Venezuela, y ahora Crimea, las contrapartes implicadas de dentro y fuera; las gestiones de naciones con liderazgo sobresaliente y las negociaciones de los embajadores de la paz sólo han sostenido diálogos de sordos. Cada cual presume ser poseedor de la razón y tener la panacea de la solución, conforme a intereses unilaterales.

No obstante, gente de buena voluntad no se cansa de crear iniciativas por la paz, con el deseo de sofocar la guerra; por ejemplo, entre la radicalización del conflicto ucraniano que ha provocado que los excesos, la represión y los enfrentamientos aumenten, ha surgido un enmascarado pacifista diferente; uno que ha decidido cambiar la violencia por la música, y las armas por un piano. Se trata del ‘Pianista Extremista’, quien lucha por la concordia blandiendo este poderoso instrumento musical. Con el rostro oculto, ha aparecido tocando al teclado en las calles heladas de Kiev.

Y de este lado del mundo, una joven y hermosa Miss que había salido a protestar “porque su madre tenía mucho pánico a la violencia”, que quería pugnar por pacificar a su país portando una pancarta, fue silenciada para siempre por un disparo mortal. Las inconformidades que sacuden hoy a Venezuela han dejado eso, una estela de muerte, de heridos y encarcelados. Se puede sostener una opinión diferenciada y opuesta; pero, mientras la paz sea una búsqueda unilateral, será difícil obtener una armonía duradera: No se desea una claudicación excluyente de alguno de los bandos en pugna, sino producir acordes diferenciados para la gran sinfonía de la paz.

El Papa Francisco ha escrito a los católicos de Venezuela para que oren por el sosiego y armonía en su Patria. Mira para el otro lado del mundo, y dice también: “…Sigan rezando por Ucrania, que está viviendo una situación delicada. Mientras anhelo que todas las partes del país se esmeren para superar las incomprensiones y construir juntos el futuro de la Nación, dirijo un apremiante llamamiento a la comunidad internacional para que sostenga toda iniciativa en favor del diálogo y de la concordia”.

La oposición a la violencia, sin el Arte, la Oración, el Diálogo, equivale a querer correr un maratón sin previo entrenamiento. Un piano puede transformar el ánimo de la gente. Cambiar al mundo, hoy, pareciera una hazaña imposible; pero, por nuestras oraciones, Dios ya ha eliminado la distancia entre la Humanidad caída y la recreación de la paz. ¿Quién puede tener miedo de un acorde que cimbra el viento para detener la violencia? Desde la brisa suave del amanecer del mundo, el Creador hace sonar la alegría de la belleza, de la música y la oración. Su voz es exigencia que nos lleva a la libertad.


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