Aniversario de Tata Vasco de Quiroga
“La Evangelización de América está en los orígenes de este Nuevo Mundo, que es América… Esta obra tiene, desde sus comienzos, Misioneros que bien podrían ser calificados como ‘intrépidos y santos luchadores por la justicia’; Evangelizadores de la paz… que defendieron a los indígenas, incluso hasta la muerte…” (Cfr. CELAM. Documento de Puebla, 1979).
La conmemoración de la muerte de Tata Vasco de Quiroga, a sus 95 años en el ‘Hospital’ (centro misionero) de Santa Fe, en las tierras de Michoacán, como paradigma él de los grandes Misioneros de nuestra América, testigos y pioneros de la gesta evangelizadora en el Nuevo Mundo, nos da motivo para consignar su huella y enmarcarla con la escueta semblanza de otros señeros Misioneros-Evangelizadores. He aquí breves datos de algunos de ellos.
I- SEMBLANZA DE MISIONEROS ILUSTRES EN NUESTRA AMÉRICA
Sea el primero don Vasco de Quiroga: apóstol, defensor y promotor de los pueblos purépechas, y Padre de la Fe en su territorio. Nació en Madrigal de las Altas Torres, España, en 1470. Destacado Jurista, Magistrado de la Cancillería y Oidor de la Primera Audiencia en la Nueva España, de fatal memoria por sus injusticias y despotismo. Era 1531, año de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe. Con energía y dignidad inició el juicio para destituir a los miembros de la Audiencia. Con apoyo del Rey de España en su función de Magistrado, inició la defensa de los naturales.
El Emperador Carlos V solicitó fuese nombrado Primer Obispo de Michoacán, en Valladolid, hoy Morelia, ya como Religioso Dominico. Se fue a radicar a Tzintzuntzan, donde empezó su labor como defensor, hasta con la Pena de Muerte para los abusadores. Fundó varios ‘Hospitales’ (centros misionales) para proteger hasta a 30,000 indígenas con asistencia y acción apostólica. Mostró su ‘amor visceral por los naturales’, según consignan las Crónicas. Fundador también de varios pueblos, desde Tzintzuntzan, como proyecto de trabajo y producción de enseñanza y laboriosidad. El Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, lo encomió y lo juzgó como el más idóneo para la nueva Diócesis de Michoacán, de la cual tomó posesión el 13 de febrero de 1537.
Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México. Era Guardián del Convento Franciscano del Abrojo cuando lo conoció el Emperador Carlos V, y lo propuso para Prelado de México-Tenochtitlán, por ser también ‘varón apostólico, de gran celo y energía’ (fórmula jurídica de la época). Enfrentó, a la par de don Vasco de Quiroga, a los avorazados e injustos miembros de la Primera Audiencia. De gran ardor en la Evangelización de los primeros cristianos. Insistió en su educación y formación, aun superior, con el Colegio de la Santa Cruz de Tlaltelolco y el de San Juan de Letrán. Vivió y vibró con gran emoción y piedad las Apariciones de Santa María de Guadalupe a Juan Diego, en diciembre de 1531.
Fray Bartolomé de las Casas, de la Orden de Predicadores (Dominico). Nació en Sevilla, Andalucía, en 1474, y murió en 1566 a los 82 años. Conoció a Cristóbal Colón y se embarcó con él en su segundo viaje. Vivió en La Española (Santo Domingo) en 1515. Estuvo en Cuba con Fray Antonio de Montesinos, otro gran Evangelizador. Viajó a Puerto Rico y hasta la Costa de Venezuela. Con toda esa experiencia, ingresó como Religioso en 1522. Escribió su ‘Historia de las Indias’ (inconclusa). Viajó a México, Nicaragua y Guatemala. Para 1545 era ya Obispo de Chiapas, en San Cristóbal Las Casas (llamada así en su honor). Asistió al II Concilio Provincial Mexicano en 1546. Enfrentó firmemente a sus adversarios y críticos, como Defensor de los Indios. Así será reconocido siempre. Realizó una genuina conquista espiritual y murió en santa paz. Su Causa de Canonización es firme y muy documentada.
II- APENAS UNA HONORÍFICA CITA DE LA OBRA MISIONERA
Un listado de honor de los grandes Misioneros de América pretende:
- Destacar su firme propósito Evangelizador.
- Reflejar la fuerza misionera del Concilio de Trento, y el impulso de sus Teólogos de las Órdenes Misioneras: Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Mercedarios, y después, los Jesuitas.
- Mediante su propio estilo misionero: con Reducciones, como en Paraguay; con Doctrinas y su método Catequístico, y con Misiones más integrales de aglutinamiento de los aislados indígenas. Todas por toda América, como en Canadá, con los incansables San Isaac Yogues y San Juan de Brebeuf, pioneros Jesuitas. Y hasta Chile, en las Misiones de Boroa en la Araucanía. Y las Misiones de California, con los infatigables Padres Jesuitas Eusebio Francisco Kino, y Juan María Salvatierra. Y por todo el Caribe isleño. Y a través de las Cordillera andina y sus cumbres de nieves perpetuas: Colombia, Ecuador, Perú y el mismo Chile. Y paralela y simultáneamente, por toda el área fluvial de los grandes ríos de La Amazonía.
- En todas esas zonas, con pedagogía misionera genuina y gradual: presentación del kerygma; métodos de cristianización; formación catequística; implementación de la Iglesia local; Concilios Regionales, que fueron notables.
- Destacan sus ‘Misioneros Lenguaraces’ (sic): grandes lingüistas y traductores a las lenguas vernáculas. Todos ellos, ínclitos hombres de Dios por su espiritualidad y celo para las Nuevas Cristiandades (así calificadas), fundamento de inmensas y extensísimas Diócesis. ¡Qué figuras de hombres en su santidad y celo misionero!
El espacio de Bitácora nos constriñe. Nos faltaría un pleno listado de los innumerables grandes Misioneros en América.
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