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El Papa, Administrador fiel y prudente
A partir del lunes 24 de febrero, la Santa Sede ha profesionalizado su aparato financiero y económico.
Roberto O’Farrill Corona
El Papa Francisco entregó el Documento Fidelis dispensator et prudens (Administrador fiel y prudente), con el que establece y regula una nueva estructura de coordinación de los asuntos económicos y administrativos, tanto de la Santa Sede como del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Con el establecimiento de un Consejo, una Secretaría de Economía, un Auditor General y nuevos Estatutos, Francisco ha llevado su Reforma de la Curia Romana hasta las entrañas de la coloquialmente llamada “Banca Vaticana”.
TODO, BAJO CONTROL
El Consejo para la Economía, que preside un Cardenal Coordinador, deberá proporcionar orientación sobre la gestión económica y supervisar las estructuras y las actividades administrativas y financieras de los diversos Dicasterios de la Curia Romana, de las Instituciones relacionadas con la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se compone de 15 miembros, ocho elegidos de entre los Cardenales y Obispos, y siete Laicos con competencia financiera y profesionalidad reconocidas.
La Secretaría de Economía, con grado de Dicasterio de la Curia Romana, la preside el Cardenal George Pell, actualmente Arzobispo de Sydney, Australia. Este nuevo Dicasterio le reporta directamente al Santo Padre, y será responsable de la preparación de un Presupuesto anual; de la planificación financiera y las diversas funciones de soporte; de los recursos humanos y del aprovisionamiento.
Además, deberá preparar un Balance detallado y llevar el control económico y la supervisión de los Dicasterios de la Curia Romana, de las Instituciones relacionadas con la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. El Prefecto de la Secretaría de Economía actúa en colaboración con el Secretario de Estado y un Prelado Secretario General.
El Auditor General es nombrado por el Sumo Pontífice, efectuará la revisión contable y estará dotado de la facultad de llevar a cabo auditorías de los Dicasterios, de cualquier Organismo o Institución de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Los Estatutos definitivos del Consejo de Economía, de la Secretaría de Economía y de la Oficina del Auditor General deberán ser redactados por el Cardenal Prefecto -George Pell-, a quien el Papa le ha solicitado que inicie su tarea lo más pronto posible, con la asistencia de los Asesores necesarios, y que trabaje con la Comisión Referente de Estudio y de Guía de la Organización de la Estructura Económica Administrativa de la Santa Sede, para completar la aplicación de todas estas nuevas disposiciones.
PROFESIONALIZACIÓN AL MÁXIMO
Los cambios introducidos por el Obispo de Roma también confirman, tanto el papel de APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) como del Banco Central del Vaticano -con todas las obligaciones y responsabilidades de las Instituciones similares en todo el mundo-, como el de la AIF (Autoridad de Información Financiera), que seguirá desempeñando su tarea actual de supervisión prudencial y regulación de las actividades dentro de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano.
El deseo del Vicario de Cristo es que, con estos cambios, se logre una participación más explícita de expertos de alto nivel con experiencia en gestión financiera, planificación y presentación de informes, a fin de garantizar un uso más eficaz de los recursos, mejorando el soporte disponible para varios Programas, en particular los destinados a los pobres y marginados. La decisión del Romano Pontífice es resultado de las recomendaciones de la rigurosa revisión llevada a cabo por la COSEA (Comisión Referente de Estudio y de Guía de la Organización de la Estructura Económica Administrativa de la Santa Sede), examinadas y aprobadas por el Consejo de Cardenales -establecido para asesorarlo sobre la Reforma de la Curia Romana-, y por el Consejo de 15 Cardenales “para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede”; recomendaciones que, principalmente, propusieron un compromiso explícito en la adopción de principios de contabilidad y de gestión financiera aceptados generalmente, así como en la presentación de informes financieros, controles internos avanzados, transparencia y gobierno.
En su Motu Proprio Fidelis dispensator et prudens, el Papa explica que, “del mismo modo que el administrador fiel y prudente tiene la tarea de cuidar atentamente lo que le ha sido confiado, así la Iglesia es consciente de la responsabilidad de proteger y gestionar con atención sus bienes, a la luz de su Misión de Evangelización, y con una atención especial a los más necesitados. En particular, la gestión de los sectores económicos y financieros de la Santa Sede está estrechamente ligada a su misión específica, no sólo al servicio del ministerio universal del Santo Padre, sino también en relación con el bien común”.
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