San José de Gracia
Pese a la escasa comunidad, la devoción al Patriarca de la Iglesia Universal sigue viva.
El tradicional Templo de San José de Gracia, en Guadalajara, se ubica sobre la Avenida Fray Antonio Alcalde en su cruce con la Calle Reforma, en pleno corazón de la Perla Tapatía, y aunque hoy, como todos los templos del Centro de la ciudad, sufre la carencia de una comunidad fija, la devoción a su Santo Patrono lo mantiene vigente.
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
“A fines del Siglo XVI o comienzos del XVII se construyó aquí una capillita dedicada a La Inmaculada Concepción -refirió Monseñor Rubén Darío Rivera Sahagún, Capellán de San José de Gracia- y se tienen datos de que entonces éste era uno de los puntos que se visitaban en la Procesión del Viernes Santo de aquellos tiempos.
“Posteriormente, en el Siglo XVII, el templo pasó a manos de los Religiosos Carmelitas, quienes formalizaron la atención y el culto, aunque después ellos se retiraron, quedando el templo abandonado hasta que el Obispo lo entregó a los Religiosos Dominicos.
“Éstos construyeron tres Capillas, dedicadas, la principal, a Santo Domingo; una más, a San Gonzalo, cuya devoción estuvo muy extendida y los fieles agradecían sus favores bailando; y otra, a la Tercera Orden Dominica.
“En este mismo lugar, los Frailes Predicadores tenían su Noviciado; incluso, en la Casa Pastoral se conservan dos techos de esa época con singular valor histórico”.
Protagonista de la Historia
“En 1858, se libró aquí una batalla entre Liberales y Conservadores, lo que provocó la destrucción casi por completo del Templo de Santo Domingo; sin embargo, siguió funcionando, pero las batallas continuaron durante la Guerra de Reforma o de Los Tres Años, hasta que las tres Capillas fueron destruidas. Ante ello, los Dominicos fueron enviados a otro lugar.
“Por aquella época, también se promulgó la Ley de Desamortización de los Bienes de la Iglesia, que fueron expropiados. El espacio que ocupaban los Dominicos era muy grande, pues abarcaba no sólo la escuela que hoy está anexa al templo, sino también la calle, parte de la plaza, incluso el área donde hoy está el Templo de los Presbiterianos; no obstante, todo esto pasó a ser propiedad privada.
“En 1879, personas piadosas, encabezadas por el señor Ignacio Díaz Morales, primer Tesorero de la Asociación Josefina, con el apoyo del Arzobispo Pedro Loza y Pardavé, se organizaron para comprar el terreno e iniciar la construcción del Santuario a Señor San José, pues en el Siglo XIX hubo un ‘despertar josefino’, por llamarlo de alguna manera. La construcción se inició en 1880 y concluyó en 1890.
“Por un tiempo también estuvo aquí el Seminario Diocesano; después, nos lo quitaron y se tornó en la Escuela Benito Juárez. La Historia refiere que en toda la Diócesis había más de diez mil cofrades de Señor San José. Incluso, actualmente, siguen llegando contribuciones foráneas de algunos miembros”, agregó Monseñor Rivera.
Sin comunidad fija, pero con mucha actividad
Con el correr de los años, lo que un día fue la orilla de la incipiente Guadalajara, después un barrio floreciente de familias acaudaladas, se fue extinguiendo para dar paso a la zona comercial del centro tapatío. “Según el Censo más reciente, hay 178 casas habitación, muchas vacías, y en otras aún viven, en su mayoría, adultos mayores”.
Pese a que la comunidad es muy escasa, San José de Gracia es un templo vivo y con mucho movimiento, pues desde su llegada, hace 18 años, el Padre Rubén Darío se ha dado a la tarea de atraer personas a su Capellanía.
“A mi arribo, encontré poca gente, así que busqué la manera de allegarla. Si no había jóvenes, había que traerlos de donde hubiere, y por eso me di a la tarea de construir una Casa de Ejercicios y de proponer atractivos programas para que la gente se acercara. Actualmente, gracias a Dios, esa Casa de Ejercicios está ocupada todo el año.
“Tenemos más de 300 jóvenes, aunque ninguno es de aquí. Al mismo tiempo, organizamos Encuentros con madres solteras, matrimonios jóvenes, matrimonios adultos, y contamos con la Conferencia de San Vicente y la Congregación Mariana, que aquí, aunque no nació, si creció y floreció.
“Atendemos, asimismo, a muchachos universitarios, principalmente de la Universidad de Guadalajara, a la que le tengo gran cariño, pues trabajé en ella durante 36 años”, relató el Capellán, precisamente egresado de la Facultad de Derecho de esa Casa de Estudios.
Cosechando grandes frutos
“Todo lo que aquí se hace gira en torno a la Congregación Mariana, presente en San José de Gracia desde 1910, aunque se inició en el Templo de Santa Teresa. Actualmente la integran entre 400 y 500 miembros. Esta Congregación dio como fruto algunos Mártires, como Anacleto González Flores, Miguel Gómez Loza, Luis Padilla Gómez, además de los hermanos Salvador y Ezequiel Huerta Gutiérrez, quienes pertenecieron también a la Adoración Nocturna que se fundó aquí en 1921, y que después, en 1931 ó 1932, fue trasladada al Templo Expiatorio.
“Hoy, buscamos que la acción litúrgica nos haga crecer en la Fe. Todos los días celebramos Misas de 8 y 9 de la mañana, y de 7 y 8 de la noche. Aquí laboran, esporádicamente, los Padres Antonio González Cornejo y Sotero Torres González, Canónigos de la Catedral Metropolitana; vienen y ayudan en lo que pueden; pero, de fijo, estamos el Padre Sergio Salazar Gutiérrez y yo. Tratamos de que la atención, mediante Confesiones, sea permanente, igual que la atención a los enfermos”.
Importante labor social
“La Comunidad de San José sostiene un Asilo con capacidad para 60 ancianos. Es el Asilo José Vicente, que se ubica en la Colonia Miramar. José, por San José, y Vicente, por San Vicente de Paúl, ya que también tenemos un Grupo que hace mucha caridad, el de las Vicentinas o de la Conferencia de San Vicente.
“Asimismo, tenemos una Escuela de primer nivel, el Instituto Federico de Aguinaga, quien es Siervo de Dios y cuya Causa de Canonización ya está en proceso en Roma. Contamos, además, con el Deportivo Morelos, que busca la promoción del deporte; el futbol, principalmente.
“El mayor promotor de todas estas obras fue Monseñor Ildefonso Águila Zepeda, un hombre con amplia visión pastoral”, reconoció nuestro entrevistado, advirtiendo que, si bien las finanzas para el sostenimiento de estas obras son difíciles, la intercesión de Señor San José ante La Divina Providencia hace que esto sea posible.
“Anualmente, en diciembre, repartimos alrededor de mil despensas, con costo aproximado de 400 pesos cada una”, añadió.
Las Fiestas al Esposo Fiel
Aunque la comunidad es prácticamente población flotante que va de paso, la tradición de tantos años y la figura del Castísimo Patriarca Señor San José siguen atrayendo fieles devotos; de ahí que las Fiestas Patronales se celebren con entusiasmo y devoción:
“La Fiesta tiene dos momentos. Celebramos los siete domingos previos, y en ellos se invita a un predicador y culminan el domingo anterior al 19 de marzo. En estos domingos se hace oración, se reza el Santo Rosario y se escucha la Predicación, esta vez a cargo del Padre Armando González Escoto, vecino de esta céntrica zona y Académico de la Universidad del Valle de Atemajac.
“Efectuamos también el Novenario, en el que nos visitan los Obispos y vienen a impartir el Sacramento de la Confirmación. El sábado anterior a la Fiesta, se celebra una Misa para Enfermos a las 12 del día. Es muy hermoso atender al Pueblo de Dios en esta materia.
“Y, finalmente, el día 19, programamos la Misa Solemne a las 11 de la mañana, y aunque la hora para muchos parece indispuesta, resulta conmovedor ver que el templo se colma de fieles. Siempre viene alguno de los Obispos; en esta ocasión nos acompañará el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito”.
Un gran Santo Patrón
El Padre Capellán dejó en claro que Señor San José “no se anda con cosas; uno le pide un favor, y no pasa de tres Misas cuando ya se lo está concediendo”.
Lo que más admira del Castísimo Patriarca y de sus fieles devotos es su capacidad para comprometerse con personas que carecen de recursos, y la devoción a la Santísima Virgen María. “Cada día 12 nos reunimos, porque fue un voto que hizo la Congregación durante la Persecución Religiosa, para pedir que se abrieran los cultos cuando se clausuraron los templos; así que en ese día se canta la ‘Salve’ a la Virgen María, se reza el Rosario y se celebra la Misa. Durante el mes de mayo, que se dedica a la Virgen María, hay Rosario cantado todos los días, ofrecimiento de flores y la Santa Misa.
El 31 de mayo es el día en que acuden más fieles; las flores las vende la Conferencia de San Vicente de Paúl, y lo que se recauda se destina a los pobres”, terminó platicando Monseñor Rivera Sahagún.
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