jueves, 14 de enero de 2016

El vino de la vida

Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

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Monseñor Jesús Sanz Montes | Fuente: Catholic.net

Hoy, el Evangelio (Juan 2, 1-12) nos lleva de boda. Será el primer signo de Jesús el que allí se ofrecerá. San Juan presenta su relato evangélico desde el hilo conductor de la “hora”. Todo cuanto él ha recogido sobre Jesús, tiene como finalidad llevar al lector a la contemplación de la entrega suprema de Cristo, verdadera “hora” en la que el Señor dará por terminado cuanto el Padre le había confiado: “Todo se ha cumplido” (Jn 19, 30). Por eso Jesús se resiste a que alguien modifique su “horario” redentor: se explica así que en el relato de Las Bodas de Caná, Jesús diga a su Madre: “Mujer, déjame, porque todavía no ha llegado mi hora” (Jn 2, 4). No es un desprecio del Señor hacia María, sino una afirmación que Él hace de la absoluta primacía de las cosas de su Padre, a las que se dedicará antes que a nada.
¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? ¿El vino de la paz, el de la ternura; el vino de la Fe, de la Esperanza y del Amor; el vino de la Verdad…? Cuando faltan estos vinos, la vida se “avinagra”. Surgen los intereses partidistas, los chanchullos económicos, las frivolidades vacuas, la mentira como herramienta de comunicación, el relativismo moral, la violencia y el terror.
María vio la carencia en la Boda, la hizo suya solidariamente, y se puso manos a la obra. No se quedó en relatar lo que sucede y lamentase por lo que falta o va mal. Darse cuenta del “vino” que nos falta, arrimar el hombro en lo que de nosotros depende, teniendo en la Palabra de Jesús nuestra Fuerza y nuestra Luz. Esto fue Caná. Ésta fue María. Termina el Evangelio diciendo que “los discípulos creyeron en Él” (Jn 2, 11). El final es que, habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos, viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús.
Necesitamos milagros de “vino”; el mundo necesita ver que los vinagres del absurdo se transformen en vino bueno y generoso, el del Amor y la Esperanza, el que germina en Fe. Hay un brindis pendiente siempre… Que sea con vino como el de María en Caná.

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