jueves, 21 de enero de 2016

EDITORIAL

Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo

En el mundo y en la Iglesia siempre surge, en cada generación, la necesidad de saber comunicarnos con objetividad y ética. Esta acción incluye una serie de variantes que califican la tarea de comunicar o como un trabajo verdaderamente humano o que encubra intereses obscuros, como proyectar con sordidez, dañar conciencias, mantenerse ajeno a la verdad; carecer de honestidad, no respetar las fuentes informativas o descuadrar los contenidos en la pretensión de ganancias económicas turbias; hacer caso omiso de los códigos de ética profesional, institucional.
La Jornada de las Comunicaciones Sociales se celebra en la Arquidiócesis de Guadalajara con un encuentro con los Periodistas. Se pretende alimentar el sentido cultural, humano y valioso en el ejercicio profesional de informar y orientar. Se desarrolla en las cercanías de la Fiesta de San Francisco de Sales, 24 de enero, día en que el Papa da a conocer su Exhortación a todos los Medios de Comunicación Social. El Papa Francisco, que está a punto de llegar a tierras mexicanas, ha querido que el evento sea una ocasión propicia para reflexionar sobre la profunda relación que existe entre la Misericordia y la Comunicación.
La elección del Tema para esta Jornada de 2016 pretende invitar a meditar sobre la sinergia real entre estas dos palabras: ‘Comunicación’ y ‘Misericordia’, que debieran adentrarse en la mente y el corazón de cada persona. Su Santidad manifestó que “la Iglesia tiene la misión de anunciar la Misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona”. Subraya que “su lenguaje y sus gestos -de la Iglesia y Comunicadores- deben transmitir Misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre”.
Cada persona, en el ejercicio de comunicar, debiera preguntarse: ¿cómo comunicamos en nuestros Medios locales; qué identidad nos retrataría mejor? Hay, sin duda, un amplio espectro de modos, ideales e intereses nobles; otros, que francamente distorsionan el arte de comunicar. Se es rehén de intenciones poco laudables.
En su propuesta, el Vicario de Cristo convida a rastrear y encontrar que en el centro de la comunicación hay, sobre todo, una profunda dimensión humana. Comunicación no es sólo una tecnología actual o avanzada; debiera ser una profunda relación interpersonal. El Santo Padre busca que el lenguaje, los gestos de la Iglesia, lleven una genuina dimensión de acogida, de disponibilidad, de perdón, que se establezca desde la propia interrelación de cada persona y permita ir al encuentro con los demás.
Y en estos códigos de la verdadera comunicación hay un tema que en estos días permea las distintas formas de comunicar: el de la disparidad de creencias. El respeto a la diversidad es ineludible; el ser distintos es el mejor camino de la complementariedad, que crea una corriente de ida y vuelta de todos los seres humanos. Cierto. Buscar la unidad, pero no de cualquier forma de arreglos subterráneos o de apariencia.
La Comunicación nos pone en el empeño de ser Sociedades que no se agredan por motivos de riqueza, trabajo, nacionalidad, sino pretender, desde todos los ángulos, incluido el religioso, no agredir, no discriminar, no excluir; complementarnos y respetarnos dentro de la variedad de culturas, Credos, identidades y costumbres propias de cada región. En estos afanes, la Comunicación tiene un lugar irremplazable, que incluye la Misericordia.

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