jueves, 14 de enero de 2016

El Matrimonio, en la vitrina

En las Bodas de Caná

La fiesta se había apagado
cuando el sol ya se ponía.
La novia estaba muy triste,
el novio ya no reía.
Los invitados, inquietos,
más bebida les pedían.

“¡Hijo, no tienen vino!”,
atenta observó María.

“¿Qué nos va a Ti y a Mí?
¡No es mi hora todavía!”,
Él le dijo, a media voz,
viendo qué cara ponía.

Muy segura de sí misma,
Ella sabía lo que hacía…
Les dijo a los servidores:
“¡Hagan lo que Él les diga!”.
¡Las tinajas llenas de agua,
ya son vino, oh maravilla!
El maestresalas lo prueba,
y a los novios felicita.
A todos los comensales,
a beberlo, los invita.

Disfrutando de aquel gozo
Madre e Hijo también brindan.

En nuestras mesas hoy falta
la cálida compañía
de ese vino generoso
del amor que muchos tiran.

Por esas Leyes modernas
se aprueban mil porquerías,
que corrompen la Moral
con sus costumbres impías.
Se acuestan hombres con hombres…
quién lo imaginaría.
Y mujeres con mujeres,
presumiendo sus orgías.

Consecuencias decadentes
de esta cultura hedonista,
que tergiversa el proyecto
de ancestral sabiduría
que, por la Ley Natural,
aunque nadie nos lo diga,
en la humana condición
desde siempre ya está escrita.

Llévanos, Madre, a beber
de la Fuente de la Vida,
donde el hombre y la mujer,
jubilosos, se armonizan
para que vengan los hijos
en cascadas de alegrías.

Pbro. Cándido Ojeda Robles

BODAS-DE-CANÁ

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