jueves, 7 de enero de 2016

Necesito el perdón de mi familia

Lupita:

He cometido un grave error y necesito que mi esposa me perdone. Alguien ayúdeme a convencerla de que no quiero perderla a ella ni a mis hijos. Caí en infidelidad, pero estoy arrepentido. ¡Por favor! Estoy muriendo en vida si no recupero lo más importante de mi existencia: mi familia.

Heriberto D.

Muy estimado en Cristo, Heriberto:
La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.
La situación dolorosa que atraviesas es consecuencia de tu naturaleza herida. Hacer lo correcto no es algo sencillo; requiere de hombría, virtud, auto-dominio.
La Sociedad contemporánea no favorece el fortalecimiento de nuestra voluntad, sino todo lo contrario: la debilita. Nos dicen de mil maneras que hagamos lo que nos place, que nos sintamos a gusto, y que se puede tener todo sin esfuerzo. Pero la realidad nos grita que toda acción tiene consecuencias. Nuestros actos afectan a los demás, siempre.
Hoy estás arrepentido, y eso es todo lo que Nuestro Señor necesita para perdonarte y restaurarte por completo. Confía en Él y pide en oración por la reconstrucción de tu hogar. Ruega para que el corazón de tu esposa se haga comprensivo y generoso.
Conocemos bien la frase que dice: Dios perdona siempre; el hombre, a veces; pero Naturaleza, nunca. En efecto, no podemos obligar a tu esposa a perdonarte; ella debe iniciar un camino de conversión para lograrlo. Por eso, tú te mantendrás haciendo oración para que ella abra su corazón a Cristo, y crecerás como persona para ganar el respeto que has perdido.
En el Año de la Misericordia estamos llamados a sanar nuestras heridas con el perdón. Pidiéndolo cuando hemos ofendido, y dándolo cuando nos lo piden. Si alguno se repite a sí mismo que no puede perdonar, es necesario que cambie ese discurso falso por uno totalmente real: SÍ PUEDO PERDONAR, CON LA AYUDA DE DIOS. “No puedo” es el pretexto; “no quiero” es la razón.
Aquél que dice que no puede perdonar, se engaña. Sin ser fácil, es posible. Hay que empezar por querer perdonar; ése es el primer paso. Comparto con ustedes una oración que puede ayudarnos en camino a la reconciliación:
Señor mío, vengo ante Ti para adorarte porque eres Dios, y para agradecerte por las bendiciones de mi vida. Te suplico que me ayudes a perdonar. Mi corazón está gravemente herido, y me siento débil para llevar a cabo una tarea que necesita de valor, humildad y fortaleza cristiana. Me presento ante Ti para pedirte ayuda. Sé que el perdón libera y que beneficia en primer lugar a quien lo otorga; pero mi mente se llena de resentimientos y miedos que me impiden actuar según tu Corazón.
Arranca de mi mente los pensamientos pesimistas que borran toda esperanza; aumenta mi Fe y devuélveme esa esperanza perdida. Tú lo puedes todo. Y así como tocaste el alma de mi ofensor y lo has hecho venir a pedir perdón, toca el mío para borrar todo rastro de orgullo, de soberbia y miedo.
Dulcísimo Señor, Tú eres paz, amor, unidad, perdón… Dame la disposición y las Gracias que necesito para cumplir tu Voluntad. Amén.
En la pasada Navidad, el Papa Francisco nos instruyó así: “El regalo más valioso para los hijos no son las cosas, sino el amor de los padres”.
¡Lucha sin desfallecer!

4dfd5b5440e2ea35bc4878a47c27ca0d

No hay comentarios.:

Publicar un comentario