jueves, 7 de enero de 2016

Si no es buena la noticia, no nos interesa

Hartazgo de promesas y corrupción

Lo que requerimos es que la información que se difunda sea una buena nueva para los bolsillos de la gente pobre. Las otras no nos incumben.

Indígena nopalera DIF Jal

Pbro. Arturo Cruz Gutiérrez

Ya estamos hartos de oír propuestas, promesas, discursos, reformas, cruzadas, y lo único que les pedimos a nuestros representantes es algo más sencillo: que el bienestar de la gente se sienta en sus carteras, en su mesa. Es lo único que pretendemos escuchar; lo demás no nos interesa. Sólo para eso los hemos nombrado como nuestros representantes, y si van a lograr este objetivo, los seguiremos sosteniendo en el Poder; si no están para lograrlo, pues muy sencillo, nombraremos otros que logren lo que pedimos.
Porque, de verdad, ya hemos esperado bastante y les hemos tenido demasiada paciencia y no estamos dispuestos a seguir aguantándolos. Ya estuvo bueno de que nos vean la cara. Nos la han visto durante mucho tiempo; por eso les damos un ultimátum: si van a luchar por los intereses del pueblo, adelante; si no, mejor háganse a un lado, que los ciudadanos pueden hacerlo, y mejor.

SOMOS HIJOS DE
DISCURSOS FALLIDOS

El discurso de que las cosas van a cambiar, que van a ser diferentes, ese cuentito lo tenemos escuchado por más de 70 años, y la vida de los mexicanos no se ve que tenga mejores condiciones. Hay mexicanos que somos hijos de la crisis: nacimos con ella, crecimos para ella y moriremos por ella. Muchos vemos tan normal esta cuestión, que ni siquiera nos cuestionamos ya el porqué de nuestra vida así; lo vemos como una maldición que traemos, que nos ha venido de lo alto, y entonces le preguntamos a Dios: “¿Por qué a nosotros, Señor, nos ha tocado vivir así? ¿Qué pecado hemos cometido para que nos llegara esta maldición? ¿Por qué nacimos con tan mala estrella?”.
Y, así, andamos buscando un chivo expiatorio a quién culpar de todos nuestros males, cuando el único mal que traemos está en nosotros mismos, ya que no hemos sido capaces de organizarnos adecuadamente, y por eso nos ha sobrevenido toda clase de calamidades.

HAGAMOS AL HOMBRE,
PARA QUE PIENSE EN EL HOMBRE

Cuando Dios creó el Universo, según nos narra el Libro del Génesis en sus primeros Capítulos, leemos que lo que Dios hizo desde el primer día era bueno. Y así nos va narrando los demás días de la Creación. Pero, lo más interesante es que, cuando llegó a la creación del ser humano, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que domine a los animales del campo, a los peces marinos y a todo ser que se mueva sobre la Tierra. Que sea el Rey de la Creación”.
Sin embargo, Él nunca pensó dedicarlas a un grupo en especial que después iba a apropiarse de ellas; ésa no fue su intención, aunque se corría el riesgo de que más de alguno pensara que iban dirigidas especialmente a él. Podemos decir, pues, que Dios todo lo hizo muy bien; lástima que se le salieron estas palabras de que el hombre iba a dominar todo cuanto se mueve sobre la Tierra.
Mas lo cierto es que Dios no las dijo pensando en unos gandayas que iban a sentirse los dueños y señores del mundo. Y ante esto, nosotros también le reclamamos a Dios diciendo: “Todo lo hiciste muy bien, pero, ¿por qué le das el mando a algunos gandayas que se han aprovechado de toda la riqueza que tiene la Tierra? ¿Por qué a muy pocos les diste mucho y a muchos no les diste nada? ¿Por qué hiciste esta diferencia? ¿Por qué a algunos nos hiciste menos? Yo he leído en la Sagrada Escritura que una de tus virtudes es la Justicia; que Tú no haces excepción de personas, que eres igual para con todos, que haces salir el Sol sobre justos e injustos y que haces bajar la lluvia sobre buenos y malos.
“Siendo así, entonces no eres Tú el injusto; los injustos hemos sido los hombres que nos hemos apartado de Ti, nos hemos vuelto egoístas y hemos pensado sólo en nuestros intereses: nos hemos rodeado de un grupo de amigos que han tomado las riendas del mundo y son los que llevan en sus manos sus destinos propios y los ajenos…”.

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