jueves, 7 de enero de 2016

La Capital Mexicana: anfitriona del Papa

Serie: Ciudades de América

Teniendo como eje central la Basílica de Guadalupe, la agenda del Viaje Apostólico del Papa Francisco no podría prescindir de llegar al Distrito Federal, que es el corazón del país y una de las macrópolis más pobladas del orbe.

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La Plaza de las Tres Culturas: la México-Azteca; la Colonial hispana y la conurbación actual desde la Independencia, Siglos XIX, XX y XXI; la Ciudad de México, en el Distrito Federal (rebasado) de la República Mexicana es, en su tránsito histórico, en verdad, imagen viva y palpitante de todo el devenir de la Nación. Capital del Imperio Azteca-Tenochtitlán: tiempos prehispánicos de grandes Culturas vecinas. Capital del Virreinato Colonial de la Nueva España: inmenso territorio y su palpitar conquistador. Y en cuanto Ciudad Capital, desde la Independencia de la Nación de México. Y especialmente, en cuanto Centro de México, la Ciudad escogida maternalmente por la Santísima Virgen María de Guadalupe, Reina para la gesta misionera de Evangelización: 1531, por más de cinco siglos ya.

EL PERFIL URBANO DE MÉXICO
EN SUS GRANDES CONSTRUCCIONES
1° Las monumentales edificaciones que se han levantado en la macrópolis de México-Tenochtitlán hablan de su Historia, de su importancia, de su peregrinar por los siglos. Citamos, en su diversidad expresiva, varias de ellas: la incomparable Catedral (Primada en la República, y desde 1969 sede cardenalicia), construida en todo un lado del gran Cuadrado de la Plaza del Zócalo: punto neurálgico con el señorial y sobrio Palacio Nacional, Sede del Poder Ejecutivo, por siglos, del Virreinato a la República. Y cerca de ese Centro vital, se yerguen fincas muy puntuales: los edificios de los Poderes Ejecutivo, ya citado; el Legislativo y sus dos Cámaras; el Judicial, de perfil de Suprema Corte.
Y todavía en lo considerado Centro Urbano, Ciudad de los Palacios, se ostenta, único en su género, el Palacio de Bellas Artes, y se irguió, hoy en sus ruinas elocuentes, lo que fue el Templo Mayor de Tenochtitlán, corazón Azteca. Y sigue el Edificio de Correos y el Palacio de Minería, dos joyas por su importancia y por su arquitectura. Otras dos joyas religiosas: las iglesias de Santo Domingo, en la Plaza donde estaba la Inquisición, que albergó muchos años a la Facultad de Medicina de la UNAM, y la de San Francisco, junto a la de San Felipe Neri, sobre la Avenida Madero, recta hacia el Zócalo.
2° En dos polos extremos de la Ciudad, al Norte y al Sur de la inmensa urbe, se levantan, con la misma elocuencia que los anteriores ya citados, al Norte, el complejo del Cerro del Tepeyac y las Basílicas de Santa María de Guadalupe: la original por siglos, y la actual, en única arquitectura funcional. Todo él con su mensaje maternal perenne, que varias veces pudo comprobar San Juan Pablo II, y que por primera vez recorrerá el Papa Francisco dentro de unas semanas.
En el extremo Sur, el extenso conjunto, admirable, de la Ciudad Universitaria, única en el mundo en su tipificidad mexicana, como concentración de la Cultura de México. Sus edificios merecen monografías precisas. La Universidad Nacional, la Ciudad Universitaria, nos recuerdan las inolvidables y magníficas Olimpíadas de 1968 en sus instalaciones. ¡Vaya Planimetría complicadísima, y sin embargo funcional, de la Ciudad de México: Macrópolis!
3° Varios sitios de recreo son todavía puntos de solaz: el Bosque de Chapultepec, ya de siglos, con su lago, su Castillo regio, y con la Residencia Presidencial de “Los Pinos”. La zona lacustre, típica, de Xochimilco y sus canoas y jardineras florales. Un tercer sitio de descanso es el ‘soberbio’ (no hay otro adjetivo) Museo Nacional de Antropología e Historia, sin menoscabar otros excelentes Museos dentro de la Ciudad Capital, muy precisos en su riqueza museográfica.

EL CRECIMIENTO FABULOSO
A. Se llega a afirmar que es la ciudad más grande (¿extensa?) del mundo. Ciertamente, sus vialidades muestran, máxime de 1950 para acá, su crecimiento. Piénsese (mejor aún, recórrase…) en el Viaducto Transversal o en un rebasado Anillo Periférico o en la Avenida de los Insurgentes (la más larga del mundo, dentro de una ciudad), de Sur a Norte (de Ciudad Universitaria al Santuario de Guadalupe). El llamado Circuito Interior.
B. Por supuesto, destacamos el Monumental Estadio Azteca; el transitadísimo Aeropuerto Internacional (con los planes de uno más funcional y moderno), que incluyen retos de Ingeniería y de movimiento mundial. Las Centrales Camioneras, y la antigua (céntrica) Estación del Ferrocarril, ejemplo de ingenio.
C. No tenemos espacio para señalar sus sinnúmeras Colonias y Fraccionamientos habitacionales que corresponden a una urbe de esas dimensiones, ni podemos citar sus famosos Mercados y comercio, ya tradicionales.
D. Hay rascacielos y monumentos históricos conmemorativos que dan su sello personalísimo al Distrito Federal: el citado Castillo de Chapultepec; el Monumento a la Revolución; el Estadio Azteca; la Torre de Petróleos Mexicanos; la Catedral Primada; la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe; el Ángel de la Independencia; la estatua a Cuauhtémoc; la Torre Latinoamericana; el Palacio Nacional; el Teatro de Bellas Artes; la Rectoría de la UNAM; el Hemiciclo a Juárez… Y muchísimos más.
Cambio de ritmo citadino (cruzada de ‘Metros’, y de plena aglomeración del México-polis actual.
México, Ciudad cosmopolita; caótica, y sin embargo, única e inolvidable.

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