jueves, 21 de enero de 2016

50° Aniversario Sacerdotal: Padre Salvador Trujillo

En La Capilla de Guadalupe

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Pbro. Alberto Ávila Rodríguez
Fotos: Roxsana Franco Barba

Este martes 29 de diciembre, en el corazón religioso del poblado alteño de La Capilla de Guadalupe, su Parroquia de origen, hubo un acontecimiento lleno de historia, unción, gratitud y de fiesta de familias: la celebración del Quincuagésimo Aniversario de Ordenación Sacerdotal del Sr. Cura Salvador Trujillo, quien ha trabajado en la Diócesis de Ciudad Guzmán desde 1972, cuando se desmembró de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Dicen, de La Capilla de Guadalupe: “…donde sus gentes amanecían cristianos y anochecían cristeros”.

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¡Hay fiesta aquí en el pueblo!
He aquí algunos extractos de la homilía pronunciada en la Iglesia Parroquial de La Capilla de Guadalupe… le acompañaban, con su vestimenta prelaticia, pero sin concelebrar, el Obispo de Ciudad Guzmán, Mons. Braulio Rafael León Villegas; alrededor de 40 Sacerdotes de las Diócesis de San Juan de los Lagos, Guadalajara y Guzmán que, en el tiempo de la Ordenación del festejado, eran todas una sola Arquidiócesis; familiares, amigos, conocidos de su poblado. La homilía la pronunció el Sr. Cura José Luis Casillas Martín, nativo de Pegueros, Jal., hoy Párroco de San Sebastián del Sur, Jalisco.
“…Las campanas son las mismas que te despertaban para ir con tu mamá a Misa, y con sonido especial los días del Catecismo. Las campanas de tu pueblo hoy han enloquecido. Cuántos recuerdos vienen a tu mente en este día; recuerdos para agradecer y seguir siendo agradecido. El Señor llama y sigue llamando.
“Te llamó siendo niño y oíste que te dijo, en el silencio de tu niñez: “Deja todo, ¡ven y sígueme!” Dejaste tu resortera, que hiciste con horqueta de granjeno, tus trompos de mezquite, tus canicas, tus calles empedradas, que pronto terminaban en las orillas del pueblo… Dejarlo todo para poder seguirlo.
“De rodillas, tú y tu hermano recibían la bendición de tus piadosos padres, doña Concha y don Gregorio, sin faltar, en primer lugar, la del anciano Sacerdote Don José Inés Morales, tu buen Párroco. Dejaban un hogar muy pequeño, para integrarse a una gran familia. Con tus maletas llenas de ilusiones, tocaban las puertas de la vieja Casona de San Martín, nuestro Seminario Menor.
“¡Querían ser Sacerdotes! Se soñaban celebrando Misa, predicando y perdonando. Su primer Seminario había sido su hogar, como tantas familias que viven su vocación de formar personas, de educar en la Fe; Padres primeros y primeros Catequistas de sus hijos; promotoras de Laicos comprometidos, de buenos Sacerdotes, discípulos y misioneros.
“Pasaban los años, el tiempo no se detenía; oración, disciplina, silencio, sin faltar el “gran silencio”; clases, recreos, pláticas para fortalecer el espíritu; avisos del Padre Rector. Acuérdate del Padre José Salazar y del Padre Jesús Becerra, ¡qué grandes Sacerdotes!, ricos en virtudes, que vivieron una vida pobre y austera, dedicados a moldear nuestra frágil y pobre arcilla. Nuestro caminar en el Seminario, siempre sostenido de la mano de una Madre: la Virgen María… Señora.
“Terminado el Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965, quedaba sepultada en los escombros de las viejas sacristías la ‘Sociedad perfecta’… nacía una Iglesia Nueva, más humana y evangelizadora. Era menester que los Sacerdotes fuéramos verdaderos Pastores –hoy se dice–, con olor a ovejas; que se saliera a buscar a las 99 perdidas; que se dedicara más tiempo a las periferias como el campo de acción preferido de la Iglesia.
“Padre Chava… acuérdate de aquel 20 de diciembre de 1965; que no se te olvide la historia de aquel día: ‘Sacerdote para siempre…’ Don y Misterio. Tus manos ungidas con el Santo Crisma para consagrar, bendecir, perdonar y señalar caminos, los caminos viejos y nuevos del Evangelio. ¡Qué grande y sublime el Misterio del Sacerdote, como lo plasmó el Poeta Lope de Vega: ‘Cuando en mis manos, Rey Eterno, os miro, y la cándida Víctima levanto, de mi atrevida indignidad me espanto, y la piedad de vuestro pecho admiro’!
“San Juan Crisóstomo se expresaba así del Ministro ordenado: ‘El sacerdocio, aunque se ejerce en la Tierra, es una labor celestial’. El autor de la Carta a los Hebreos nos dice: ‘Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir a favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios’.
“El Documento de Aparecida, en el Número 198, asienta: ‘El Presbítero, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la Misericordia y de la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos’. Padre Chava… gran parte de tu Ministerio sacerdotal fue al servicio de formar a otros futuros Pastores. Totatiche fue tu primer destino. Y llegaste un día al “Silvestre”, así llamado el pequeño Seminario fundado por el Santo Sacerdote Cristóbal Magallanes, coronado después en tiempos difíciles de la persecución contra la Iglesia con la corona del martirio junto con su Vicario, también Formador del Seminario, Padre Agustín Caloca.
“Padre, ¡qué feliz fuiste! –lo has platicado–, cómo recuerdas la amistad sacerdotal que viviste en las barrancas, junto con otros hermanos Sacerdotes. Ruega por los que te acompañaron y ya no están; reza por tu primer Párroco, Nicolás Mejía, de quien recibiste testimonio de entrega sacerdotal, de sencillez y pobreza, sin hablar de su opción por los pobres; un verdadero Pastor subiendo y bajando cerros, montando siempre su fiel caballo para llegar a las periferias locales y también existenciales, como lo señala ahora el Papa Francisco.
“El Señor te llamaba a seguir formando Pastores; un Sacerdote alteño para formar Seminaristas alteños… Llegaste al antiguo Zapotlán el Grande, continuando tu entrega al Seminario, donde fueron formados distinguidos Pastores, martirizados por amor a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe: San Tranquilino Ubiarco y San Rodrigo Aguilar. Ahora gastas tu vida en la Diócesis de Ciudad Guzmán; fuiste Formador del Seminario, y ahora de Laicos comprometidos en las Parroquias que la Providencia te ha encomendado; Laicos que vivan su sacerdocio en las realidades temporales y que sean hombres de Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”…

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