jueves, 6 de agosto de 2015

EDITORIAL

Partidos que se enriquecen, Partidos que nos empobrecen

“El Senado gastó cerca de dos mil millones de pesos en asesores, viajes de sus integrantes, realización de sus reuniones plenarias…” A cuentagotas, de vez en vez, salen revelaciones que hablan y que retratan la relación de un México empobrecido en cifras escandalosas y una clase política que, en sus desparpajos dictatoriales, oscurece el mundo de la vida nacional. No es la peor del planeta, pero es la maldición que hemos permitido que nos gobierne, por omisión o por comisión, no obstante ser un pueblo ya cansado de sufrir.
El mundo entero va en caída libre entre una avalancha de reveses económicos y una pobreza que hiere de muerte a muchos pueblos del orbe. Hay desajustes graves, provocados, a decir de analistas internacionales. Carencias elementales para sobrevivir, en donde sólo algunos privilegiados rebosan la abundancia en un sistema económico decadente. La “vox populi” señala artimañas politiqueras; son muy pocos los que se reparten el superávit de la economía.
Mírense así los endeudamientos de tantos países; la depreciación del peso frente al dólar. Y, a nivel del vecindario, los endeudamientos estratosféricos de algunos Municipios. Otra devaluación económica nos acecha; los culpables se limitan a buscar soluciones técnicas con beneficios personales. En la continuidad de Partidos entre una Administración que sale y la que viene, se maquillan los datos para el uso público; pero cuando se logra una transición de Partido, se ven al desnudo las artimañas. Acusaciones van y vienen para señalar ineficiencias de Gobierno.
Ciertamente el actual sistema económico no es sólo “injusto en su raíz”. También ‘mata’ porque predomina la ley del más fuerte. Así lo ha denunciado el Papa Francisco en la Evangelii gaudium, su primera Exhortación Apostólica. “Como el Mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir No a una economía de la exclusión y la desigualdad”. Esa economía, ‘mata’.
Denuncia con fuerza el Santo Padre la “cultura actual del descarte”, en la que no sólo “se tira la comida cuando hay gente que pasa hambre”, sino que “considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. No se trata, solamente, del fenómeno de los excluidos o explotados, sino de considerarlos como desechos, sobrantes”, recuerda el Vicario de Cristo al mundo y, de una manera muy explícita, a quienes tienen los hilos de la economía.
“Vivimos en la idolatría del dinero -anota el Pontífice-; todavía defienden las teorías que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo”. Añade que la Tierra sufre “una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales”.
Las noticias económicas a nuestro alcance parecen, uno y otro día, ‘recicladas’. Los hombres del Poder, asociados muchas veces a la podredumbre moral, sólo buscan el beneficio, sin una conciencia social. Y el pueblo que sufre tiene una memoria muy corta acerca de la calidad moral de algunos de los que gobiernan; las devaluaciones económicas no se reinventan, únicamente cambian de fecha, y prosiguen los mismos personajes o sus herederos. Políticos que se enriquecen y grupos sociales eternamente depauperados.

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