jueves, 20 de agosto de 2015

Fallece Manuel Contreras, asesino castrense

Etnocidas de América sin Memoria; sí con denuestos

Chile salió, ya hace años, de la dictatorial época de Pinochet. Entró en la Democracia, y así enfrenta el Siglo XXI, pues el viejo General dejó de ser su Comandante en Jefe. Hasta se puso en prisión a altos Jefes militares etnocidas como Manuel Contreras, de sucia memoria por sus cruentos hechos…” (Cfr. AGF. Kaleidoscopio de esta América Nuestra, Págs. 119-121. Ediciones Católicas de Guadalajara, 2000).

Manuel-Contreras

Bitácora, esta vez, no quiere ser una mera lista de difuntos en un Obituario laudatorio, sino todo lo contrario. Quiere ser un listado de negra memoria por los crímenes de Lesa Humanidad, de individuos como el Jefe de la DINA, Policía política del dictador Augusto Pinochet Ugarte y sus años de dureza implacable: con y por Manuel Contreras Sepúlveda, uno de los personajes más insanos de nuestra Historia, responsable de crímenes y graves violaciones a los Derechos Humanos en nuestro país, según asienta la Agencia A. Press el 8 de agosto reciente.

I- PERFIL Y REPUDIO DEL
GENERAL CONTRERAS, ETNOCIDA

El perfil del General Contreras Sepúlveda reviste rasgos de dureza y crueldad paralelos a los de otros etnocidas dictatoriales de nuestra América, empezando por la férrea actitud despectiva de su jefe, el dictador Augusto Pinochet, a cuyas órdenes estuvo incondicional. Algunos lo consideran como su férrea mano derecha, inclemente. Mas, así se le ha calificado no por su deceso en estos días, a sus 86 años, sino por las órdenes que giraba como uno de los mayores criminales de la historia política chilena.
Y nosotros mismos podíamos equipararlo a otros infames etnocidas que consignaremos adelante, no para su memoria, repetimos, sino para su denuesto histórico. Al General Contreras se le achacan y achacaron, con fundamento, la mayoría de las 3,200 muertes y desapariciones (casi siempre fatales) durante los años de la dictadura pinochetista.
Además, los otros miles de torturados fehacientes. Quedan en olvido los nombres de los ejecutores responsables de esos cruentos asesinatos. Todo ello, en su calidad de Director de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA (ya citada), de 1973 a 1978, en plena dictadura.
Por esa causa estuvo condenado a 529 años de presidio, por asesinato con felonía (el infierno es eterno… en verdad).
Un dato relevante es que, al parecer, el alto mílite se llevó información valiosa a su tumba para saber la verdad y hacer justicia respecto al horror cometido por y durante la dictadura. Así lo indicó ahora el Gobierno de la Dra. Miriam Bachelet, de recio carácter y certero juicio.
El cuerpo de este asesino, hospitalizado desde el 24 de septiembre de 2014 en el Hospital Militar, fue entregado en reserva absoluta a su familia. Sus restos fueron cremados en el Cementerio Católico de Ciudad Santiago, según afirmó Mauricio Newman, Vocero formal.

II- VARIOS OTROS ETNOCIDAS,
NO POR MEMORIA, SINO EN SU REPUDIO
Podríamos empezar con aquel “mátalos en caliente…”, achacado a don Porfirio Díaz Mori en la Revolución Mexicana (sin que queramos equipararlo con otros etnocidas).
Un etnocida pleno, que ciertamente ha merecido el rechazo internacional, fue Elías Ríos Montt, sátrapa en Guatemala, contra los indígenas hermanos.
Paralelamente, Anastasio Somoza Debaile (y su familia: hermanos e hijos), en Nicaragua, con sus inclementes asesinatos de indígenas y opositores. Tiempos oscuros para Centroamérica.
En las Repúblicas Antillanas, sobresalen los “Tontons Macoutes”, durante la dictadura de los Duvalier, de “papá Doc” a “baby Doc”, durante 33 años.
Sin responsable directo, consignamos la masacre contra los indígenas Yanomanis en Brasil.
Tampoco podemos soslayar la matanza indiscriminada en la Plaza de Tlatelolco, en el corazón de nuestro México, en octubre de 1968, tiempos previos de las Olimpíadas, y sombra mortal de la Historia Patria. Etnocidio en verdad.
Habría que cerrar estas líneas con el asesinato, por tropas de Augusto Pinochet, del Dr. Salvador Allende Gosens, Benemérito Presidente de Chile, acribillado en el Palacio de la Moneda cuando fue derrocado a sangre y fuego.
No fue Obituario -aunque víctimas y victimarios estén ya muertos-, sino un repudio necrológico de varios etnocidas, para deturpar su recuerdo.
R. I. P. a todos ellos, ante el Señor Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario