jueves, 13 de agosto de 2015

La Bomba Atómica que explotó en el Siglo XXI

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José Antonio Quirós Pérez,
3º de Teología

Indudablemente, hemos asociado al acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial el concepto de ‘Bomba Atómica’, por la sencilla razón de haber sido ésta la que orilló a que cesaran los ataques entre las naciones enemigas. Tal invento, creado por la mano del hombre, fue completamente devastador, indudablemente aterrador y definitivamente destructor. Nunca olvidaremos -testigos o no; contemporáneos o sucedáneos- tal creación que causó tantas muertes, miedo y desolación en el Siglo XX.
Sin embargo, nosotros nos referimos a otra. Se trató de una creación más perfecta, cuyo objetivo tuvo mayor alcance que la anterior. Conocida a lo largo y ancho del mundo entero, jamás podrá ser olvidada por el impacto que generó a nivel individual y global en cada ser humano. No existen las palabras exactas para definirla; solamente basta con describirla. Tras haberse gestado con muchos peligros y dificultades, hizo su aparición definitiva en la Humanidad en plena efervescencia del siglo XXI, y fue tan poderosa que, incluso al pronunciar su mismo nombre, nos sentimos paralizados por lo que éste provoca en nuestras mentes y en nuestros corazones. Me refiero a San Juan Pablo II.

Un detonante de paz
y concordia
No cabe duda que este eximio personaje desarrolló todo un vuelco en la Tierra con su vida y con su doctrina. Si bien la Bomba Atómica del Siglo XX fue una creación del mismo hombre, que provocó muerte, guerra, división y destrucción, esta Bomba Atómica del Siglo XXI fue una hechura del mismo Dios que fomentó vida, paz, comunión y construcción en todo el orbe. Resonaba donde se presentaba e impactaba su sola presencia de una manera estupenda. Quien veía a este hombre veía a Dios mismo, haciendo explotar de esperanza a quienes lo escuchaban, lo veían y aun le conocían.
Un controvertido Teólogo, Hans Küng, llegó a decir de él cuando fue electo Sumo Pontífice: “Ocupábamos a un Pastor en la Iglesia, no un actor de comedia”. Ciertamente tenía razón respecto a las exigencias eclesiales, pero estaba completamente equivocado al criticar impetuosamente a tal hombre, enjuiciándolo tan despectivamente. Este Papa polaco fue mucho más que un actor. Fue, realmente, un protagonista de la Historia, actuando como verdadero Pastor de la grey innumerable que se le había confiado.
Una vez se le llegó a preguntar cuál frase de los Evangelios le gustaba más, y respondió con el pasaje de Juan 14,6: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Todo su ministerio sacerdotal, imbuido en el don y en el misterio, fue precisamente eso. No obstante, sabía de antemano que únicamente es Jesucristo el Camino que se ha de seguir, la Verdad que se ha de alcanzar y la Vida que se ha de tener.
El Padre Pedro Arrupe Gondra, Superior General (Prepósito) de los Religiosos Jesuitas en tiempos del Pontífice Juan Pablo II, en una de sus Conferencias pronunciadas, llegó a decir que Jesucristo es la bomba atómica del ser humano, y especialmente del cristiano, porque destruye su antigua miseria de pecado y lo restaura a una vida nueva, y es tan profundo el impacto tras su contacto, que no se puede seguir siendo el mismo tras su encuentro inolvidable. Estos grandes hombres lo supieron. Y tú, ¿ya lo sabes?; y si lo sabes… ¿ya lo vives?

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