jueves, 6 de agosto de 2015

Memorias de un Obispo jalisciense

50° Aniversario Episcopal

El 25 de julio de 1965 recibió el Orden Episcopal el Padre José Trinidad Sepúlveda Ruiz Velasco, hasta entonces Formador y Catedrático del Seminario Diocesano de Guadalajara. Su actividad pastoral, compromiso social y gran amor a la Eucaristía, distinguen a este humilde servidor de la Iglesia.

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Rebeca Ortega Camacho

A sus 94 años de edad, con un semblante tranquilo, y sentado en su silla de ruedas –a raíz de un accidente en el que se fracturó la cadera–, se encuentra en el Cuarto número Cinco del Albergue Trinitario Sacerdotal, Monseñor José Trinidad Sepúlveda.
Recorriendo las páginas de su autobiografía, Un Obispo contento, va narrando los momentos y recordando aquellos días como Seminarista en Roma; sus años de Profesor y Prefecto en el Seminario tapatío; su labor como primer Obispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y su gestión como tercer Obispo de la Diócesis de San Juan de los Lagos, donde le cupo el honor de recibir al Papa Juan Pablo Segundo.

EL COMIENZO DE UNA VOCACIÓN
Nació el 30 de marzo de 1921 en Atotonilco el Alto, Jalisco. Fue el tercer hijo, después de dos hermanas. No conoció a su papá, quien murió cuando él tenía uno y medio años.
Su madre, viuda, buscó apoyo familiar y se trasladó a Ayo el Chico, hoy Ayotlán, en la misma Región de Los Altos. Cuando cumplió cinco años, vivió un acontecimiento importante: caminaba por la plaza de su pueblo, y una multitud de hombres a caballo y a pie, portadores de armas, como rifles, pistolas, escopetas, machetes y palos, marchaba profiriendo exclamaciones, entre ellas: “¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”. Toda la gente les aplaudía y salían uniéndose a sus gritos de alabanza.
A dicha edad, emigró al Municipio de La Barca, por motivo del Movimiento Cristero. Fue ahí donde realizó sus estudios de Primaria, recibió el Sacramento de la Primera Comunión y conoció personas que marcaron su vida. En 1933, regresó a Ayotlán y comenzó a trabajar para ayudar a su madre.
Ingresó al Seminario de Guadalajara aproximadamente a la edad de 20 años, cuando aún se vivía en clandestinidad y continuaba la persecución a la Iglesia bajo el régimen de los Presidentes Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, formó parte del primer grupo enviado por la Arquidiócesis a Roma para estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana. Años más tarde, obtuvo el Grado de Licenciado en Teología y fue ordenado Sacerdote el 27 de marzo de 1948, allá mismo.
El Obispo José Trinidad comenta: “Mi estancia en Roma me permitió apreciar la importancia del Pontificado de Pío XII, enriquecido por Dios con un talento fuera de serie, con sus Encíclicas y los innumerables Mensajes en varios idiomas, que dominaba a la perfección. Iluminó el camino de salvación a los hombres de su tiempo en todas las actividades y los problemas: fueron sus enseñanzas y su Teología una orientación de todas las actividades pastorales de la Iglesia”.
A su regreso a Guadalajara, su primer destino fue de Vicario en la Parroquia de Tapalpa, donde pasó once meses, y después regresó como Formador al Seminario Mayor de Señor San José. “Recuerdo que fue una época muy hermosa, porque se podía trabajar con más libertad, y el Seminario Mayor se organizó con toda libertad y con la hondura que debía realizarse, y por eso fue un tiempo importante y que se aprovechó”.

TRINIDAD, EL OBISPO
El 20 de mayo de 1965 fue nombrado primer Obispo de la naciente Diócesis de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y recibió el Orden Episcopal el 25 de julio del mismo año en la Parroquia de Guadalupe, de esa ciudad, por ministerio del Cardenal José Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara. Su labor pastoral, cercanía a las personas, y construcciones en favor de la comunidad, son recordadas por sus feligreses, quienes en agradecimiento lo invitaron a celebrar los primeros 25 años de la Diócesis de Tuxtla y, al mismo tiempo, sus Bodas de Plata como Obispo, en julio de 1990.
Después de su estancia en el Sur del país, fue llamado a la Diócesis de San Juan de los Lagos y tomó posesión el 17 de marzo de 1988. Como Pastor de esta Iglesia particular, impulsó la construcción de la “Casa Juan Pablo ll”, con el afán de que se realizaran reuniones multitudinarias con fines pastorales. Trabajó también en las diferentes Pastorales, siempre con ese ánimo que lo caracterizó; pero, sin duda alguna, lo que marcó a esta Diócesis fue la visita del Papa Juan Pablo II, el martes 8 de mayo de 1990, a la Catedral Basílica de la Virgen de San Juan.
Como Obispo de una Diócesis mariana, don José Trinidad sentía el deber de promover y extender el culto a la bendita imagen, y fue en su visita “Ad Limina” cuando manifestó a Su Santidad que todo México deseaba su segunda visita, y que, desde luego, esperaba que visitara la Diócesis de San Juan de los Lagos. Así, el Obispo Sepúlveda fue el actor intelectual para llevar a cabo todos los preparativos que el viaje papal implicaría, y “San Juan de los Lagos fue escogido para la reunión de toda la juventud de México; fue de mucho interés histórico y dio una grande fuerza a la vida religiosa en el país”, señaló el entrevistado.
Por cierto, aquel recorrido del Santo Padre por varias Diócesis y Estados de la República fue coordinado, a nivel nacional, por el octavo Arzobispo de Guadalajara, don Juan Jesús Posadas Ocampo.
El Obispo Sepúlveda permaneció en esa Diócesis alteña desde 1988 hasta su jubilación, el 20 de enero de 1999. “Dios Nuestro Señor me hizo vivir y estar en lugares donde la Historia tomó direcciones muy notables”, concluyó el nonagenario Prelado.

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FESTEJOS
El sábado 25 de julio, en la Catedral de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, Mons. Felipe Salazar Villagrana, Obispo de esa Diócesis, presidió la Eucaristía en acción de gracias por el Quincuagésimo Aniversario Episcopal de don José Trinidad Sepúlveda, en la que concelebraron varios Obispos y numerosos Sacerdotes de ese Clero.

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