lunes, 24 de noviembre de 2014

¡Viva Cristo Rey!

Homenaje de la grey tapatía

Peregrinos llegaron a los pies de Cristo Rey


El lunes 17 de noviembre, la Arquidiócesis de Guadalajara realizó su anual Peregrinación a la Montaña de Cristo Rey, y cientos de fieles participaron de la Solemne Celebración Eucarística.


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Rebeca Ortega Camacho


Desde hace 63 años, nuestra Iglesia Diocesana emprende la tradicional Peregrinación al Cerro del Cubilete, asentado en el corazón de la Patria. Desde recién terminado e inaugurado el Monumento actual, el entonces Arzobispo José Garibi Rivera condujo a la comunidad diocesana, el 21 de marzo de 1951, a peregrinar a ese lugar por vez primera; y desde entonces, Sacerdotes y fieles acuden a la cita cada año.


El acceso

Con los brazos abiertos, Jesucristo Rey dio la bienvenida a los romeros de la Arquidiócesis tapatía. En un día soleado, camiones y automóviles fueron arribando desde las 10 de la mañana al Cubilete.

Hombres, mujeres, niños y niñas comenzaron a descender de los camiones y a emprender el camino hasta la explanada, algunos con chamarras y otros disfrutando del calor del día y del viento que sopla en la cima. Todos se disponían para la Santa Misa, preparando las banderas de la Adoración Nocturna; otros, procurando el Sacramento de la Confesión, o también aprovechando para ingerir algún refrigerio, mientras que los más animados, cantando y alabando al Rey de Reyes.

Más de 700 personas de diferentes Parroquias de la Diócesis llegaron al Cubilete. La vista panorámica desde la montaña y la majestuosidad de Cristo Rey impresionó a los visitantes, que se propusieron tomarse la selfie y la foto del recuerdo con la familia y amigos.


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Celebración Eucarística

Unos minutos después de las 12 horas, comenzó el Santo Sacrificio de la Misa, oficiado por Monseñor José Trinidad González Rodríguez, Obispo Auxiliar de Guadalajara, quien estuvo acompañado por 29 Sacerdotes de la Arquidiócesis. La Schola Cantorum del Seminario Mayor armonizó el acto litúrgico.

Para comenzar la Celebración, el Obispo Trinidad González hizo extensivo a todos los asistentes el saludo del Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, y prosiguió: “Con gusto nos reunimos en este lugar, seguros de que Cristo Rey del Universo bendecirá a los presentes y a las comunidades de las cuales proceden.”

En su homilía, el Prelado señaló: “Estamos a los pies de Cristo Rey, en el Cubilete, porque aquí nos disponemos a reponer nuestras fuerzas espirituales para seguir nuestro camino de vida cristiana. Hemos venido aquí a recibir las Gracias y la invitación que Cristo nos hace para sentarnos a su Mesa y para recibir su Palabra.

“Hemos venido aquí a iluminar nuestra vida, con la Palabra de Dios y la Eucaristía, para ser capaces cada día de practicar las Obras de Misericordia y crecer en la vida de fraternidad, solidaridad, justicia y paz, que tanto necesita nuestra Patria en estos días.

“El Rey que celebramos, el Rey que aceptamos, es un Rey muy especial, un Rey que quiere identificarse con los más pequeños, con sus hermanos más débiles, más frágiles, pues dice que lo que se haga o se deje de hacer por estos pequeños en el mundo, se le hace o deja de hacer a Él mismo”.

Continuó enumerando las Obras de Misericordia y exhortando a los presentes a ayudar al prójimo, a fin de evitar una sentencia negativa por parte del Señor. Para concluir, expresó: “A este Rey del Universo, a Cristo Rey de la Montaña, le pedimos que nos conceda seguir poniendo en práctica sus mandatos para que toda nuestra Patria, comenzando por nuestra Arquidiócesis de Guadalajara, ponga en práctica las Bienaventuranzas y seamos dignos de alcanzar la vida eterna”.


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Consagración de México a Cristo Rey
Antes de terminar la Celebración, se rezó la Oración para Consagrar a México a Jesucristo Rey. A una voz, todos los presentes proclamaron: “Consagramos, a tu Corazón Sagrado, a la Iglesia de México con todos sus Pastores, Ministros y Comunidades Religiosas; a la Patria querida, con todos sus hogares; a las familias con todos sus miembros: ancianos, jóvenes o niños; a los amigos y a los enemigos, y muy particularmente a las madres, las esposas y las hijas, destinadas a modelar el corazón del futuro pueblo mexicano, para que triunfes y reines en todos los habitantes de esta Nación”.

Y luego, en tono de ruego, suplicaron: “Calma los odios y une a los hermanos; ilumina a los ciegos; perdona a los ingratos; pero, sobre todo, concede a tu Iglesia la libertad y la paz, por la que tanto suspiramos”.

Así, a las 13.22 horas concluyó la Celebración Eucarística; los peregrinos se despidieron de Cristo Rey y se dirigieron a su respectivo transporte para emprender el viaje de regreso a casa.


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