La primera Nación que se consagró al Sagrado Corazón de Jesús fue Ecuador, en 1874, por iniciativa de su Presidente, Gabriel García Moreno, luego asesinado un viernes primero después de comulgar.
París comenzó la edificación de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, sobre la Colina de los Mártires, en 1875, y la consagró en 1919. El Rey Alfonso XIII consagró España el 30 de mayo del mismo año. Colombia se consagró el 22 de junio de 1902, y luego en 2008. ¿Y México?…
El Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, presentó un Mensaje el jueves 13 de noviembre, que responde al clamor que el pueblo de México ha venido manifestando desde hace varios años sin que hubiese obtenido, hasta ahora, una respuesta tan contundente.
Razones de peso
En su Mensaje, el Cardenal Sandoval sostiene que la Arquidiócesis de México será consagrada el 12 de diciembre, con la “intención de poner en manos de Cristo Rey del Universo y de su Santísima Madre a sus feligreses, para que queden consagrados y el Señor los tome como cosa suya y los proteja, librándolos de los males que los aquejan”. Además, invita a que esta iniciativa se concrete en todo el país: “¡Qué bueno sería que el Episcopado Mexicano secundara esta iniciativa y acordara que ese mismo 12 de diciembre, en todos los Templos de la República, se hiciera la Consagración de México al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María!”
¿Cuáles son las razones para que México sea consagrado? El purpurado jalisciense presenta tres, que son indiscutibles:
1) “Ante una situación dolorosa: nuestra Patria atraviesa por momentos muy difíciles, debido a la corrupción generalizada, que ha llevado a la pobreza a la mitad de sus habitantes; debido también a la impunidad, con la complicidad de las Autoridades con el crimen organizado, que ha crecido en forma alarmante, generando secuestros, extorsiones, desapariciones y asesinatos. Semejante a estas masacres, que están a la vista, y en buena medida se publican en los Medios de Comunicación, existe otra masacre silenciosa: la del aborto de miles de niños que son destrozados en el vientre de sus madres; crimen enorme que en algunos lugares hasta está protegido por la Ley. Por otra parte, la familia es atacada sistemáticamente; a la niñez y a la juventud se les corrompe, y quiere hacerse del país otra Sodoma y Gomorra”.
2) “Confianza y protección: La Santísima Virgen María pidió en Fátima, a través de los niños videntes, que Rusia le fuera consagrada a su Corazón Inmaculado para que se convirtiera y para que el mundo se librara de terribles males, y la Iglesia, de persecuciones. Lamentablemente, la Consagración no se hizo sino hasta 1984, por el Santo Padre Juan Pablo II, pero antes de esto hubo terribles guerras y genocidios. El mismo Pontífice Juan Pablo II sufrió un atentado mortal el 13 de mayo de 1981, fecha conmemorativa de la primera Aparición de la Virgen en Fátima. Supo, y lo dijo, que quien lo había librado había sido la Santísima Virgen de Fátima, y eso le movió a informarse acerca de los Mensajes de Fátima y a ponerlos en práctica. Después de la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, llegó a la Presidencia, en 1985, Miguel Gorbachov, quien dio libertad al pueblo ruso, y hoy en día, el Presidente Vladimir Putin es cristiano ortodoxo practicante, abierto al diálogo con la Iglesia Católica. El Muro de Berlín y la Cortina de Hierro desaparecieron en 1989 sin derramamiento de sangre; en Rusia se ha abandonado el comunismo ateo; la evangelización poco a poco se va logrando, y la mayoría de la gente se ha bautizado y comienza a frecuentar los Sacramentos”.
3) “Una magnífica oportunidad: El significado de la Consagración es poner en manos de Cristo a los pueblos y su destino, y arrancarlos de las garras del Demonio, pues nuestra lucha, como dice San Pablo, ‘no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del Mal que habitan en el Espacio’ (Ef. 6,12).
“En la situación en que se encuentra México, ¿quién puede salvarnos? ¿Será el Gobierno, los Partidos políticos o el Poder Judicial y la Policía?… Si el corazón de los mexicanos no cambia, no cambiarán las estructuras de pecado. Sólo Dios puede cambiar nuestro corazón; por eso, nuestra Fe nos hace preguntar y contestarnos con el Salmista: ‘Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el Cielo y la Tierra’ (Sal. 121,1)”.
La mesa está puesta; ahora es preciso orar para que sea realidad esto que tanto necesitamos.
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