Lupita:
A mis hijas les molesta que yo les hable de Dios. Sí me acompañan a Misa los domingos, pero van de malas. Se molestan si me ven rezando. La verdad, no sé qué decirles ni cómo hacerlo. Su papá nos dejó desde hace un año, y son muy calladas. Todo esto les ha afectado. ¿Cómo acercarlas a Cristo y sanar sus heridas?
Rosalinda.
Muy estimada en Cristo, Rosy:
El Papa Francisco, recientemente, habló sobre la importancia y trascendencia de trabajar en favor de las familias, ya que la formación ideal de los hijos se da en un hogar en el que padre y madre se aman y les acogen con inmenso amor y generosidad. Tenemos que trabajar arduamente en preparar a las nuevas generaciones para que elijan la fidelidad y exclusividad en la fundación de una familia.
La realidad de nuestro Siglo XXI es que el número de familias mono-parentales (sólo mamá, y mucho menos casos de sólo papá) va creciendo, y necesitamos dar algunas recomendaciones generales para evitar que esto llegue a convertirse en epidemia o en plaga social.
A las mamás solas, las invito a que se consagren a Cristo Rey. Entreguen su corazón a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Cuando tú das un regalo, la persona a quien se lo entregas puede hacer con él lo que quiera. Del mismo modo, cuando nos consagramos a las Sagrados Corazones, nos estamos “regalando, donando, entregando” a la Divina Voluntad.
Tus hijos sanarán sus heridas al aceptar a Jesús como el hombre de casa y como su Padre Celestial. Para acercarlos, necesitas aumentar tu Fe y anular tus miedos.
En tu caso, hay mucho dolor por el abandono de ese hombre que debió amarte y protegerte hasta el final. Psicológicamente, las emociones son complejas, pues tus hijos pueden llegar a señalarte como culpable del alejamiento de su padre, o bien, pueden culparse a sí mismos por los problemas entre ustedes. Tus emociones son también un torbellino: te sientes frustrada porque la vida no ha sido como quisieras; vives entre culpas y resentimientos y experimentas una cierta debilidad al enfrentar tus problemas… Te ves a ti misma como víctima de injusticias. Todo esto complica las relaciones y paraliza tu acción.
Debilita tus miedos reforzando una sincera relación con Dios Amor. Cuando esta relación crece, tú vas transformándote: te haces una mujer segura, alegre, tierna. Tus hijas necesitan observar estos cambios en ti para amar tu oración y tu Fe. Si te ven rezar pero te perciben insegura, temerosa, agria o amargada…no querrán conocer a ese Dios “que te mantiene en tal estado”.
¡Tu Dios es Rey del Universo!
Pide a Cristo que sea Rey de tu corazón, y tu hogar entero será para Él. Pon todos tus problemas y preocupaciones es Sus poderosas manos, y viaja ligera por la vida viviendo el presente en clave de eternidad. Decir ¡Viva Cristo Rey!, es decir que confías en que todo está en sus manos y te concentras en hacer su voluntad; es eternizar el momento presente, amar ahora, servir en este instante, sonreír a quien te mira, sanar heridas, consolar al triste, ayudar a quien te necesita, jugar con tus hijas, orar por tu esposo, enseñarlas a ellas a comprender y a perdonar siguiendo tu ejemplo y el de María Santísima.
¡Para transmitir a Cristo, hay que llevarlo dentro!
Lupita Venegas Leiva/Psicóloga
Face: lupitavenegasoficial
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