jueves, 6 de noviembre de 2014

Reflexión y compromisos fuertes a nivel latinoamericano

Desde la Pastoral Social


Obispo Leopoldo González


Norma Angélica Trigo González


Porque Cáritas es el rostro humano de la Iglesia, cada vez más personas se suman al trabajo voluntario de ayudar a los demás. Así lo dio a conocer el Obispo Auxiliar de Guadalajara, José Leopoldo González González, tras participar en el XVIII Congreso Latinoamericano y del Caribe de Pastoral Social, que se realizó en Medellín, Colombia.

Hizo saber que ahí se efectuó el cambio de Mesa Directiva, en la que se reeligió a Monseñor José Luis Azuaje como Presidente para Cáritas América Latina y del Caribe, y al Padre Francisco Fernández como Secretario General para el período 2015-2019. Ellos coordinarán las cuatro Zonas en las que está articulado el Organismo: la primera es la Zona CAME (Centro América y México); la segunda es la Zona Caribe; los Países Bolivarianos conforman la tercera, y el Cono Sur la cuarta. A su vez, cada una tiene a un Obispo que coordina sus trabajos. La Zona en la que se incluye a México será presidida por el Obispo Angel Sancasimiro, originario de Costa Rica, y como Secretario el Padre Patricio Sarlat, de la Arquidiócesis de Yucatán. Cubrirán el período 2015-2019.


La dimensión de la Caridad

Por otra parte, el Obispo Leopoldo González, Presidente de Cáritas de México, comentó que el mismo Papa Francisco habla de la ternura a través de Cáritas, e hizo alusión a diversas conferencias iluminadoras que fueron sustentadas en Medellín, entre la que destacó la del Padre Gustavo Gutiérrez, quien habló sobre ‘La dimensión social de la Evangelización’.

“Presentó el compromiso que debe tener en todas las instancias la dimensión pastoral de la Nueva Evangelización. Se hizo énfasis en que la Pastoral Social de la Caridad es parte fundamental de la Nueva Evangelización porque hace dos década se pensaba que la Pastoral Social era asunto de aficionados, pues se creía que quien participaba en el desarrollo integral de las personas, era vinculado a una ideología marxista, sobre todo en los años ochenta, y no es así. La gran aportación de la Iglesia de América Latina al mundo es que se extiende la Pastoral Social. También se abordó el tema de los migrantes, niños migrantes, refugiados, trata y tráfico de personas, la violencia, la equidad entre hombres y mujeres, la integración de la Fe y la vida; se habló de las grandes Líneas de Acción de Aparecida y del Magisterio del Papa Francisco; del cuidado de la Creación; La Amazonía; los Derechos Humanos; Democracia y Paz”.

Fruto de los trabajos del XVIII Congreso Latinoamericano y del Caribe de Pastoral Social se redactó un Documento con los compromisos, que leyó Monseñor Azuaje, Presidente de Cáritas América Latina y del Caribe. “Continuaremos trabajando en la renovación y mayor conciencia de nuestra identidad y espiritualidad como discípulos misioneros al servicio de la caridad, en la opción por los pobres, como categoría teológica (Cf. EG 198).


Otros desafíos y ámbitos

Asimismo, se propusieron tareas paralelas: Formar y capacitar Agentes de Pastoral en todos los niveles de acción social de la Fe y el compromiso del discípulo misionero como agente de cambio, a la luz del Evangelio y el Magisterio Social de la Iglesia. Trabajar como Iglesia en la creación de comunidades vivas, perseverantes, acogedoras, de puertas abiertas y con capacidad de transformar relaciones conflictivas en relaciones fraternas y justas. Continuar la reflexión y el compromiso por la construcción de las relaciones más equitativas e incluyentes: entre hombres y mujeres, en Sociedades con presencia de minorías étnicas, generacionales; tal como nos lo propone el Papa Francisco en “La Alegría del Evangelio”.

Además, promover el reconocimiento del indispensable aporte de la mujer en la Sociedad y en la iglesia, y las reivindicaciones de sus legítimos derechos (Cf. EG 103,104). Trabajar en la capacidad de relación y diálogo con el mundo y la articulación de esfuerzos con actores fuera y dentro de la Iglesia. Promover una ética ciudadana y de lo público, así como una cultura de diálogo social a través de la participación, la incidencia y el control social, con miras a la defensa de la dignidad de la persona, de los pueblos y del bien común en las políticas públicas.

Promover una cultura del cuidado de la vida en todas sus formas, a través de la gestión del riesgo, la seguridad alimentaria y el compromiso por la construcción de un modelo de desarrollo humano integral y solidario. Continuar fortaleciéndonos en la creación de estrategias para afrontar problemáticas comunes a partir del intercambio de experiencias y el aprendizaje conjunto, con una visión de Región y desde la perspectiva de la Iglesia.

Resumió Mons. Azuaje: “Viviendo nuestra Fe en el ejercicio de una ciudadanía dignificante, transformadora y movilizadora desde los espacios familiares, comunitarios y plataformas a las que pertenecemos; animando espacios de control y diálogo social con diversos actores sociales, económicos, políticos y culturales en los territorios; asumiendo la promoción y defensa del bien común, los Derechos Humanos y el cuidado de la Creación; animando a quienes nos representan en los diversos escenarios de decisión política local, regional, nacional e internacional -sean del orden legislativo, judicial o ejecutivo-, a promover la construcción de agendas y políticas públicas acordes a estos principios, desde escenarios de diálogo permanente con las comunidades, especialmente de aquellas más victimizadas por la violencia, la pobreza y la exclusión social; renovando y fortaleciendo diálogos interregionales, intersectoriales e intergeneracionales, interculturales e interreligiosos, para activar y fortalecer en red nuestra acción transformadora desde la Fe”.


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