lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Se puede ser joven después de los 60s, 70s, 80s?

“Envejecer es como escalar una montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen; pero la mirada es más libre; la vista, más amplia y serena”: Íngmar Bergman.


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María Teresa González Maciel


Con el tiempo, el cuerpo se desgasta, pierde fuerza, salud, vitalidad, ánimo; pero, ante esta situación, tenemos la posibilidad de elegir dos caminos:

• Uno, es vivir muchos años con pensamientos mortecinos que nos convierten en auténticos viejos. Es cuando se asume la idea de decrepitud, de enfermedad, de inutilidad, aunada a una depresión que lleva a languidecer.

• El otro, es vivir los mismos años sin perder el brillo de la ilusión, afrontando los dolores del cuerpo con un para qué de la vida, con retos interminables a conquistar, dentro de las posibilidades.

En estos tiempos existen los medios para acceder al aprendizaje de una materia de nuestro interés a cualquier edad; por ejemplo: un idioma, un oficio, instrumento musical. ¿Para qué dejar morir nuestros recursos interiores ante un mar de posibilidades?; ¿para qué olvidarnos de que podemos aportar algo a los que están a nuestro lado en la Sociedad?; ¿para qué dejar que nuestro cerebro se anquilose, si al mantenerlo activo con estudio, lectura, trabajo, jugando ajedrez, dominó… se ejercitan los circuitos neuronales que contribuyen a su mejor funcionamiento?

Si la decisión es ser joven en la edad madura, podemos considerar algunos medios:

- Sacar a la luz el tesoro que hay dentro de nosotros (nuestras fortalezas, capacidades).

- Atrevernos a dar el primer paso, a perseverar con paciencia, dedicación, sin acobardarnos.

- No limitar nuestras posibilidades, pues podemos más de lo que creemos.

- Alimentar nuestro cerebro con pensamientos positivos, que nos lleven a construir una vida digna y plena.

- Estar atentos y agradecer las cosas buenas que la vida nos da.

- Orar, que es el abrazo del hombre con Dios, que lo llena de fuerza, amor y esperanza.

- Recordar, si se es abuelo, que hay un legado, una herencia, que puede transmitirse a los nietos.

- Cuidarse, realizando ejercicio físico, teniendo buenos hábitos, alimentación equilibrada, descanso y sueño adecuados.

- Abandonar cualquier adicción malsana y cultivar buenos hábitos.

- Trabajar, realizar algo que nos motive o buscar la forma de ilusionarnos con la actividad laboral que realizamos.

- Realizar un programa de vida que nos lleve a esforzarnos en todas las áreas: espiritual, intelectual, física, social.

- Buscar, si se requiere, ayuda médica, espiritual o psicoterapéutica.

- Fortalecer la relación con la esposa o esposo. Una buena relación favorece la salud física y psicológica.

El inclinarnos por una decisión que exija retos será como brisa suave que aligerará nuestros pasos; de lo contrario, será un tornado que impida o retrase nuestro caminar.

No podemos envejecer cuando en nuestro corazón habitan los sueños, el amor, la alegría y la decisión de seguir dando y compartiendo lo poco o mucho que tengamos.


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