La formación hacia el Sacerdocio Ministerial, desarrollada en una vida de comunidad en la que predominan la oración, el estudio y la fraternidad, contribuye a preparar y a difundir el Mensaje del Evangelio en el pueblo cristiano.
Abraham Mercado Castro, 4to. de Teología
Para aclarar este título, es preciso señalar lo que es el Reino de Dios. Primeramente, hemos de advertir que es el tema central de la Predicación de Jesús, y que consistía en poner de manifiesto que Dios se hace presente entre nosotros, en la Persona de Jesús, en sus palabras, en sus milagros y en todos aquellos que lo han aceptado como el Mesías, el Hijo de Dios. Sí, el Señor nos ha mirado con Amor y Misericordia, y es por eso que podemos sentir entre nosotros que el Reino está presente en nuestras vidas.
LLAMADO INCESANTE
A casi dos milenios de la Predicación de Nuestro Señor Jesucristo, sus palabras siguen acercando a muchos jóvenes a la vocación sacerdotal. Son muchachos normales, de distintas procedencias; jóvenes con limitaciones y defectos, pero que pueden ir cambiando si son dóciles a la formación integral que el Seminario en su estructura, con una larga experiencia y principalmente con la guía del Espíritu Santo, va haciendo realidad a través del Misterio de la Vocación.
Todos estamos convocados a hacer presente a Dios en lo ordinario de la vida, y esto nos exige, a todos por igual, mucho esfuerzo en el estudio y la oración para no fallar a la misión que tenemos que realizar, misma que adquirimos el día de nuestro Bautismo y que aceptamos con plenitud en nuestra Confirmación.
Los Sacramentos nos manifiestan la presencia de Dios a cada paso que damos. El Orden Sacerdotal, de una manera especial, es el medio entre Dios y los hombres, pero para ser un signo eficaz de la presencia del Reino, el aspirante al sacerdocio ha de luchar por adquirir una personalidad capaz de reflejar el rostro de Cristo, porque la Sociedad actual así lo reclama, aun sin darse demasiada cuenta. El Sacerdote porta un tesoro grandioso, el cual ha de compartir al Pueblo de Dios, y esto no será posible si desde Seminarista no es humilde, alegre, sincero y lleno de Dios. No olvidemos que somos vasijas de barro muy frágil, que sólo el amor desinteresado puede fortalecer.
¿Por qué decimos que el Seminario es signo del Reino de Dios? porque el Señor es el que da la vocación, es Él quien la sostiene, es Él quien guía a los Padres Formadores, los cuales van transformando poco a poco nuestras vidas; pero, sobre todo, es Aquél que nos atrae ante su Altar en la Santa Misa y en torno al sagrario en adoración, para que, una vez revestidos del Sacerdocio Ministerial de Cristo, podamos cumplir tan delicada e importante misión, como es difundir el Reino de Dios, que de una manera especial experimentamos ya en el Seminario, y que un día saldremos a compartirlo a todos los rincones de la Tierra, especialmente a los más alejados, como nos lo ha pedido insistentemente el Papa Francisco.
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