lunes, 10 de febrero de 2014

Jornada Mundial del Enfermo

11 de Febrero


Imagen 017


Pbro. Silvio Marinelli Zucalli

Comisión Diocesana de Pastoral de la Salud


El Santo Padre Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo en el año de 1992, eligiendo el 11 de febrero, fecha en que se conmemora a Nuestra Señora de Lourdes. La Jornada quiere ser, para todos los creyentes, un momento de oración y participación, así como una invitación para que reconozcan, en el rostro del hermano enfermo, el rostro de Cristo.

En efecto, a través de la anual Jornada Mundial del Enfermo, la Iglesia desea sensibilizar integralmente a la comunidad eclesial y civil sobre la importancia del servicio en el amplio mundo de la Salud, servicio que es parte de la misma misión salvífica de Cristo, el Médico Divino, que pasó haciendo el Bien y curando a todos los oprimidos.

El Papa Francisco escribió un Mensaje para este día con este Lema: Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). De él sacamos estas reflexiones:

La Iglesia reconoce en los enfermos una presencia especial de Cristo sufriente. “El Hijo de Dios hecho hombre no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento, sino que, tomándolos sobre Sí, los ha transformado y delimitado. Delimitado, porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la vida nueva en plenitud; transformado, porque en unión con Cristo, de experiencias negativas, pueden llegar a ser positivas”. Y es que lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huír ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación y madurar en ella, dándole un verdadero sentido.

“En virtud del Bautismo y de la Confirmación, estamos llamados a configurarnos con Cristo, el Buen Samaritano de todos los que sufren. Cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan atención, llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo. Cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras acciones, damos espacio al Corazón de Cristo y el nuestro se inflama, ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios.

“Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad nuestra mirada: es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos. Podemos recurrir confiados a Ella con filial devoción, seguros de que nos asistirá, nos sostendrá y no nos abandonará. Es la Madre del Crucificado Resucitado; Ella permanece al lado de nuestras cruces y nos acompañará en el camino hacia la resurrección y la vida plena”.


Camino andado y por andar

En el cariñoso trato durante las visitas a los enfermos, en la compañía silenciosa y en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito definitivo, en el que el enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, y el Sacramento de la Unción. Se trata de manifestar “lo revolucionario de la ternura”. Esto lo afirma el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Evangelli Gaudium”.

Se invita a todas las Parroquias a hacer de esta XXII Jornada Mundial un momento de sensibilización para toda la comunidad, un intenso encuentro de oración y fraternidad, para que sea un acontecimiento alegre, testimonial y evangelizador. Así también, se sugiere no pasar desapercibida esta celebración en hospitales, albergues y asilos.

La Celebración Diocesana estará a cargo del señor Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, en la Iglesia Catedral, el domingo 9 de Febrero a las 12 horas. No habrá Unción de Enfermos.

La Sección Diocesana para la Pastoral de la Salud ha impreso una estampita, enviada a todas las comunidades católicas, que contiene partes del Mensaje del Papa Francisco, y la siguiente Oración:


Hagan lo que Él les diga…

María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo,

Tú estás presente en nuestra vida, susurrándonos al oído:

“Hagan lo que Él les diga”.

Tú nos invitas a acoger, con disponibilidad y apertura,

la Palabra que nos salva.

Tú nos muestras el rostro materno del Dios encarnado en Ti.

Tú despiertas nuestra sensibilidad y solicitud

ante todo hijo tuyo que sufre.

Ayúdanos a dejar que Dios sea el Señor de nuestra vida.

Ayúdanos a vivir como templo de Dios

y recipiente que ha de llenarse de Gracia.

Ayúdanos a transformar nuestra voluntad según la Voluntad del Padre y a convertir nuestra existencia en manifestación de la ternura de tu Hijo. Amén.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario