ITALIA
ROMA- Un Samurai del Siglo XVI, que prefirió renunciar a sus bienes, vivir en la pobreza y ser exiliado de su país antes que abandonar su Fe Católica, podría llegar a los altares por su fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Y, dadas las circunstancias de su muerte, podría ser incluso declarado Mártir.
El Postulador General de la Compañía de Jesús, Padre Anton Witwer, Sacerdote Jesuita, dijo a ACI Prensa que el Samurai Takayama Ukon “murió en el exilio, a causa de la debilidad originada por los maltratos que sufrió en su tierra natal”, y explicó que si es aceptado como un Mártir, no necesitaría como requisito un milagro para ser beatificado.
La palabra Samurai suele utilizarse para designar a los guerreros del antiguo Japón. Aunque el vocablo significa “el que sirve”, se usa para designar a la élite militar que gobernó el país por largos años.
La Conferencia Episcopal Japonesa presentó al Vaticano una solicitud de 400 páginas para la Beatificación de Takayama el año pasado. Es la tercera vez que se presenta esta Causa. La primera fue al poco tiempo de la muerte del Samurai, y la segunda en la década de 1960.
Takayama nació en 1552 (murió en 1614), tres años después que el Misionero Jesuita San Francisco Xavier introdujera el Cristianismo en aquel Imperio del Sol Naciente. Cuando tenía 12 años, al convertirse su padre al catolicismo, el joven fue bautizado con el nombre de Justo por el Sacerdote Jesuita, Gaspare di Lella.
“Eligió la pobreza para ser fiel a la vida cristiana, y durante años vivió bajo la protección de amigos aristocráticos, llevando así una vida digna. Muchas personas trataron de convencerlo de renegar de su Fe, pero él se negó a salir de la Iglesia, pues su elección era la de vivir como un cristiano hasta la muerte”.
En 1614, Takayama fue al exilio y lideró un grupo de 300 católicos japoneses que partieron a las Islas Filipinas y se establecieron en Manila, la Capital (ACI/EWTN Noticias).
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