jueves, 13 de febrero de 2014

El papel del Coadjutor en el proceso formativo de los seminaristas

Formadores en ciernes


Chavos Preseminario


Mario Alejandro Lozano García, 3º de Teología


Una de las principales tareas que el Seminario se propone en el proceso formativo es el acompañamiento integral del seminarista. Y más aún, en los primeros años de su formación, este acompañamiento se ve más palpable a través de la presencia de un ‘Coadjutor’.

A continuación, el seminarista Jairo Alejandro Tabares González, alumno de Tercero de Teología y Coadjutor del Seminario Menor de Guadalajara, nos explica en qué consiste esta encomienda.


¿QUÉ ES EL SEMINARISTA COADJUTOR?

Es el seminarista que cursa sus estudios teológicos, a quien los Padres Formadores le han solicitado coadyuvar en la tarea de la formación de los seminaristas que inician su proceso en el Seminario Menor, ya sea en la Sección Secundaria, la Sección Preparatoria o incluso la Sección IVA-Nivelación que es el grado de formación en el que se encuentran aquellos varones mayores de edad que han recibido el llamado al sacerdocio ministerial.


¿CUÁL ES LA FUNCIÓN DE UN COADJUTOR?

Al seminarista Coadjutor se le asigna un grupo de seminaristas menores, a través de los cuales apoya a los Padres Formadores encargados de los diversos grupos. Su tarea se basa, ante todo, en procurar, con la autoridad que los Padres Formadores le otorgan, que se lleve adecuadamente el desarrollo del área disciplinar y espiritual de los seminaristas menores.


¿EN QUÉ TE HA AYUDADO LA FUNCIÓN DE COADJUTOR EN TU PROCESO VOCACIONAL?

Tengo qué decir que, al principio, cuando los Sacerdotes que están a cargo de mi formación me asignaron esta tarea, me costó un tanto aceptarla. Por una parte, me dio gusto porque significaba una oportunidad para aprender de la vida; pero, por otra, sabía lo que significa ser Coadjutor en el Seminario Menor: una tarea que implica demasiada responsabilidad, pues tenemos que responder por la formación de los seminaristas menores y, simultáneamente, responder por nuestra propia formación; es, por así decirlo, tener que “trabajar para dos señores”, aunque no literalmente.

Sin embargo, este servicio me está ayudando, principalmente, a aprender a cumplir la voluntad de Dios, expresada a través de mis Superiores. Una de las virtudes que más demanda este cargo es la práctica de la paciencia y de la prudencia, y a mi parecer, dicha labor me está ayudando a crecer en ambas virtudes, aunque en ocasiones pienso que ‘a marchas forzadas’. Y, ¿por qué no?, estar con los seminaristas menores me genera gratos recuerdos de los inicios de mi formación, cuando empecé en agosto de 2004, y a la vez, me genera también mucho ánimo para mi formación, pues reconozco que cumplir con esta responsabilidad es un medio del que Dios se vale para hacerme crecer en la Gracia de mi vocación hacia el sacerdocio ministerial.


¿CUÁNTO DURA ESTE SERVICIO?
En la mayoría de los casos, dura un curso escolar; es decir, dos semestres. Digo que la mayoría de las veces, porque una vez terminada la formación en el Seminario, hay ocasiones en que algunos que ya han sido Coadjutores durante sus estudios teológicos, se les envía nuevamente a desempeñar ese mismo cargo a algún Seminario Auxiliar, y es allí donde prestan su Año de Servicio o de Magisterio…

Agradecemos de antemano todas sus oraciones, puesto que, gracias a ellas, seguimos perseverando en el llamado que Dios nos ha hecho, y nos ayudan para nuestra santificación. …Detrás de un Sacerdote santo, hay un pueblo devoto orando por él.


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