jueves, 13 de febrero de 2014

Lucha entre gigantes y chaparros

¿Murmuran, Sancho?…


David-y-Goliat


Pbro. Emiliano Valadez Fernández

Lagos de Moreno, Jal.


En días pasados, se desplazaron a Davos, Suiza, mil quinientos Presidentes de empresas multinacionales y más de cuarenta Jefes de Estado. El Foro Económico Mundial es, en nuestros días, la sede más cualificada para reflexionar sobre la Economía mundial y todo aquello que puede afectar la estabilidad del mundo. Esto explica por qué es el sitio más protegido del planeta en esos días: había alrededor de tres mil militares y decenas de policías y agentes de seguridad.

En las fechas en que estaban reunidos “los Goliat” en territorio de un paraíso fiscal, los cristianos -que participamos en la Celebración Eucarística semanal- escuchamos aquella sabrosa narración bíblica que los Catequistas dan a conocer desde los primeros años de la vida de los alumnos: la pelea entre el gigante Goliat y el joven David. Claro que la lid es desigual. Nos hierve la sangre al contemplar la injusticia. Pero así es la lucha, en nuestro tiempo, entre los países del Norte contra los países del Sur.


REMEMORANDO EL CAUTIVADOR PASAJE
Hagamos memoria y tomemos conciencia ante la narración bíblica. En el Valle del Terebinto aconteció la guerra ente Saúl y los filisteos. Allí, David, joven pastor, aún desconocido, se enfrenta al gigante Goliat en un combate del que aquél sale triunfador y transformado en Héroe de Israel. El enfrentamiento, obviamente, es muy desigual: el filisteo tiene como arma una lanza de fierro, es robusto y poderoso; en cambio, David va hacia él con unas cuantas piedras que colocará en su arma, la honda. El episodio se narra en 1 Samuel 17.

David es muy joven, muy débil, con muchas carencias -como muchos países de nuestro mundo-, pero comienza así la aventura que lo llevará a ser el Jefe valeroso de Israel, capaz de combatir por su pueblo y de salvarlo de la esclavitud y de la muerte. La guerra no se entabla entre los dos pueblos, sino que, siguiendo el consejo de alguien, se decidirá en la lucha entre dos héroes, confiando también la victoria o la derrota de todo el pueblo a la valentía de su campeón representativo. Estos combates individuales eran comunes en la antigüedad entre los pueblos del Medio Oriente.

En el filisteo Goliat todo es excesivo y abundante: la estatura, las dimensiones y el peso de las armas, su voz amenazadora. La certeza de la victoria se finca en que es ciudadano de un pueblo fuerte y belicoso. La misma fisonomía, y aún más sobrante, la tienen los pocos países poderosos del mundo y las grandes empresas. Goliat se presenta desafiante, agresivo, invencible, y se burla de quienes se oponen a él. Cualquiera que lea y saboree el texto bíblico, percibe que el retrato que se nos presenta de Goliat es odioso. Acontece lo mismo en los habitantes de los pueblos de Sur: no nos simpatizan las naciones del Norte por aquello de que esclavizan a los países pobres. Las reglas son las de la opresión y la violencia. La victoria no es la de la razón, sino la de la fuerza, la economía y la de las armas. Si el gigante Goliat hubiese salido victorioso, la carga de impuestos y tributos sobre el pueblo de Israel hubiera sido tremenda.

Mientras el filisteo avanza con todo su poder, David corre a su encuentro y lo golpea con una piedra, haciendo que caiga en tierra, y después, de un salto, se pone sobre él y le corta la cabeza con su espada. Bastó una piedra lanzada con destreza y con la confianza puesta en el Señor, para derribar la personificación de la arrogancia acumulada.


MORALEJA

Los países ricos y las empresas poderosas no pueden ningunear a los débiles; la arrogancia y la ambición de poder y de dinero, tarde o temprano los llevarán a la ruina. El mensaje bíblico se ha traducido en un libro de divulgación con los Consejos para tener éxito en la vida: en uno de ellos se nos advierte que debemos siempre buscar “Ganar Ganar”, nunca ganar uno y perder el otro, porque, en definitiva, pierden los dos. Si las naciones ricas y los poderosos no se ponen las pilas, ellos mismos sufrirán las consecuencias.

¿Qué podemos esperar del Foro Mundial de Economía? Los debates son interesantes porque mucho versa sobre la manera de ser responsables sobre aspectos globales que interesan a los habitantes del planeta. Pero queda la duda de si tales deliberaciones se traducirán en hechos para ir disminuyendo la extrema pobreza.

Se reunieron los gigantes… y los chaparros, “nomás mirando”.


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