jueves, 6 de febrero de 2014

Llamado como Pastor a la Diócesis de Campeche

Pastor de otro rebaño

Campeche aguarda al joven Obispo jalisciense Francisco González


El décimocuarto Ordinario en la Historia de la Diócesis campechana y hasta ahora Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara, D. José Francisco González González tomará posesión de su nueva Sede, en la Catedral de La Inmaculada Concepción, el miércoles 12 de febrero.


ESCUDO OFICIAL FCO GLEZ (5)


José de Jesús Parada Tovar


Hace prácticamente seis años, el 14 de febrero de 2008, la Santa Sede daba a conocer que el Papa Benedicto XVI nombraba dos Obispos Auxiliares para nuestra Iglesia Metropolitana: el Canónigo Juan Humberto Gutiérrez Valencia, y el Padre José Francisco González, Vicerrector del Seminario Diocesano. El 10 de abril siguiente, el Cardenal Arzobispo Juan Sandoval Íñiguez les confería la Plenitud del Sacerdocio Ministerial.

Siempre dispuesto a informar y a dialogar con los Medios de Comunicación (él mismo fue Reportero del Periódico El Informador por un breve tiempo), y con cierta regularidad Colaborador de este Semanario, Monseñor Francisco González accedió gustoso a una entrevista, en la que primeramente habló de su nuevo Lema y Escudo Episcopal.

De entrada, con toda sencillez refirió que fueron sus alumnos de Segundo de Preparatoria, del Seminario Menor -donde era Prefecto General-, quienes se acomidieron a diseñarle varios modelos en cuanto se enteraron de su nombramiento episcopal, en 2008. “Elegí un campo azul, uno rojo y uno amarillo-oro. En el campo azul quedó la Estrella, que también aparece en el Escudo del Seminario y es símbolo de María, Estrella de la Evangelización y Madre de los Sacerdotes, como lo es también de la Fe, la Esperanza y la Caridad.

“El fondo rojo se refiere a esta tierra de Mártires, identificada con el amor a Cristo Rey y con la sangre derramada por tantos Laicos y Sacerdotes. Incluye una Torre porque, según asienta el Salmo 17, Dios es refugio, alcázar y escudo que nos preserva de los peligros. Abajo, el fondo dorado presenta una Biblia abierta, que significa que la Palabra, la Sabiduría de Dios, está disponible para todos, y quienes se acerquen a ella encuentren oro molido (de ahí el color oro), y aparecen en el Libro las palabras, en griego, del Evangelio de San Juan, Capítulo 6, Versículo 68: ‘Tú tienes palabras de Vida Eterna’, y abajo, transcritas en latín”.

Detalló que, ahora que será Obispo Residencial, modificó un poco el Escudo, pues le añadió la Mitra en la parte superior y las borlas en tres niveles. Y es que no ameritó más cambios con respecto al original porque la Torre también es símbolo de Campeche por ser ciudad amurallada, aparte de que, según la Heráldica Civil, ese mismo campo es el Escudo de los ‘González’.


SU FAMILIA

“Nací en Yahualica, en el seno de un hogar formado en el ambiente de Los Altos de Jalisco, donde mis padres se casaron el 11 de septiembre de 1954. Fuimos 13 hijos, ocho varones y cinco mujeres, de los cuales 10 nacimos en Yahualica y tres en Guadalajara, a donde nos vinimos a vivir en una colonia de la periferia, La Esperanza, en los años setentas. Tres ya murieron.

“Casi todas las familias de Los Altos son muy numerosas, y en ellas suele haber algún Sacerdote, Religioso o Religiosa porque, siendo tan convencidas de la Fe Católica y tan practicantes, entonces, automáticamente, el hogar venía a ser como un ‘preseminario’, por lo que después el ‘aventón’ para el Seminario era muy fácil y sencillo. En mi casa, por ejemplo, de los siete varones que crecimos, seis entramos al Seminario, y de los cuales tres somos Sacerdotes: Juan, que se ordenó en 1982; Miguel, en 2001, y yo en 1995”.

Por cierto, aunque no abundan, sí ha habido o hay familias jaliscienses con tres hermanos Sacerdotes, como la de los Padres Rafael, David y Ramiro González Reynoso; la de los Gómez Fregoso, tres Religiosos: uno Jesuita y dos Salesianos (además de cuatro Religiosas); la de los García Gutiérrez, de San Felipe de Jesús: un Diocesano y dos Legionarios, aunque son más escasas las de tres Eclesiásticos que incluyan un Obispo, como la ya mencionada y que nos ocupa. Sin embargo podemos contar al Arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello, y sus hermanos Presbíteros Agustín y Roberto, y al Arzobispo Emérito de Acapulco, Felipe Aguirre Franco y sus hermanos Eustaquio y José Ascensión, éste ya fallecido.


¿CÓMO SURGE LA VOCACIÓN?

El Obispo Francisco responde: “No recuerdo que exista un momento puntual de surgimiento. Más bien era un deseo que venía cultivándose desde mi niñez, en gran parte porque mi hermano mayor ya estaba en el Seminario. Incluso cuando había Juntas para los papás, íbamos también los hermanos menores, pero sólo a jugar en la Sección de Filosofía, no sólo futbol, pues había árboles con lianas y le hacíamos al ‘Tarzán’. Siempre nos dejó la impresión de ser un lugar de paz y tranquilidad. Además, a mi hermano Seminarista lo veíamos contento y en ambiente fraterno con sus compañeros. Por eso, desde 4º de Primaria, yo decía que de grande sería Sacerdote; un deseo vago y no consolidado, pero más o menos cultivado”.


CARTEL DE BIENVENIDA A CAMPECHE


PELIGROS LATENTES

Por su experiencia como Formador en el Seminario, y ahora miembro de la Dimensión de la Pastoral de Promoción Vocacional a nivel nacional, le preguntamos por los principales riesgos de perder la vocación, tanto de Seminarista como en el caso de abandonar el Ministerio Sacerdotal. “Un riesgo que veo en la mentalidad que se forma actualmente -contestó de inmediato-, es adoptar un cambio de impostación; es decir, que se cree que la vocación es buscar y elegir lo que uno quiere, lo que a uno le gusta, lo que encontramos como una opción fácil. Pero la vocación consiste en responder a una llamada que Dios hace y que es única; Él la da para siempre y no la retira. Se complementa con la respuesta del ser humano.

“Cuando una persona responde a la vocación, independientemente de cuál sea (Matrimonio, Soltería, Sacerdocio o Vida Religiosa), y su respuesta es generosa, aunque con las limitaciones y caídas propias del humano, éste empieza a experimentar una profunda felicidad. La vocación no se busca por lo más fácil o agradable. Por ejemplo, muchos no quieren casarse porque aducen que se sufre bastante y la vida de familia esclaviza. Se trata de una impostación muy equivocada, que después produce una mayor insatisfacción. Y es que, cuando Dios llama a la vida conyugal y de familia, y en verdad los esposos se dedican a ella, el Señor concede, por la Gracia del Sacramento, grandes momentos de felicidad y una paz interior que siempre dará ánimos de vida”.

Y abundó el joven Prelado: “Igual ocurre en la vida sacerdotal. San Pablo, en la Carta a los Corintios, dice que Dios capacita a sus Ministros y, por su respuesta positiva, va dándoles capacidades hasta permitirles obrar grandes maravillas. Lo vemos en Sacerdotes que antes de serlo no brillaban por su inteligencia o don de gentes; pero, ya siendo Presbíteros y asumiendo su vida sacerdotal, hacen mucho bien a la gente como predicadores, consejeros, y atinados en sus respuestas concretas a los problemas de la vida. Lo importante de la vocación, pues, no es lo placentero o redituable en dinero, sino responderle a Dios con sinceridad y generosidad, aceptando las propias flaquezas. Al fin y al cabo, es ahí donde se experimenta el perdón sanante y animante del Señor”.


UN MENSAJE DE ALIENTO A LA MUCHACHADA

Responsable en nuestra Arquidiócesis de la Pastoral Universitaria, y avezado en la formación de la juventud, le inquirimos sobre el futuro de los jóvenes en un país con menos esperanzas de trabajo y de estudio, en un ambiente de familias desintegradas y un clima de violencia creciente.

Su comentario: “La juventud nos deja ver manifestaciones muy admirables de heroicidad, de deseos de cambiar, de anhelos de estudiar para servir mejor; pero también sufre muchas tentaciones que están a flor de piel y que fácilmente acepta. En apariencia, todo está perdido: con mayor frecuencia, los jóvenes se enrolan como sicarios; aumenta en ellos el consumo de alcohol y de enervantes; atienden cada vez más a aspectos sexuales genitales de modo más desordenado; se incrementa el desprecio por la vida, el pandillerismo… Como si estuviera muriendo la verdad del joven, sus ideales de nobleza, de voluntariado y servicio, de excelencia; pero lo cierto es que ‘la verdad padece, mas no fenece’, como dijera desde el Siglo III el Santo Mártir Cipriano”.

Aseguró nuestro entrevistado que, cuando al joven se le escucha, se le acompaña y encauza, se percibe de inmediato su deseo de recapacitar y de enmendar el camino y cambiar su situación, como lo refiere la Parábola del Hijo Pródigo.

“A veces -añadió-, jóvenes llenos de tristeza vuelven a apreciar su existencia y les regresa la alegría de vivir con tan sólo darles un poquito de tiempo, de cercanía. Y es que la Sociedad, como viene diciéndolo el Papa Francisco, simplemente proclama el ‘evangelio del descarte’ y de la indiferencia, cuando todos necesitamos el Evangelio de la inclusión, del acompañamiento, de la misericordia; del ‘primeriar’, un neologismo del Santo Padre para pedir que nos involucremos con el otro para caminar juntos hacia esa Verdad que nos llama y que traemos como semilla del Verbo en nuestro corazón”.

Y, con la autoridad conferida por Dios para estar al frente del rebaño, terminó asentando: “Independientemente del Credo que profesemos o de la formación familiar, cultural o religiosa que hayamos adquirido, ahí está la Verdad con que el Señor nos habla, y es la conciencia el santuario inviolable donde Dios sigue proclamando su voz, y como Pastor Supremo continúa conduciéndonos a los buenos pastos, a las aguas tranquilas”.


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