jueves, 13 de febrero de 2014

Fórmula maravillosa: 80 años de vida, igual a vocación, alegría y juventud

El Arzobispo Felipe Aguirre, un canto al Señor


Pbro. Óscar Maldonado Villalpando


CIMG4986 - copiaNo bien habían terminado de dar la primera llamada a Misa en la esbelta torre del Templo de El Inmaculado Corazón de María, de la Colonia Independencia, cuando diligentemente Monseñor Aguirre estaba ya junto al Coro dirigiendo un ensayo previo de los cantos, marcando con su mano el compás de las alabanzas. Y es que, además de su afición personal a la música, su sacerdocio y episcopado han sido una hermosa melodía de Fe y trascendencia, aparte de que el Coro es de su propia familia, pues lo conforman sobrinos y sobrinietos, con extraordinarias dotes musicales.

La Misa para celebrar los 80 años de vida del Prelado se propuso al mediodía del martes 4 de febrero, porque ésta fue la fecha maravillosa de su llegada a la vida, en la víspera de la Festividad de San Felipe de Jesús. Esto sucedió allá, en Encarnación de Díaz, Jalisco, el 4 de febrero de 1934, a las 4 de la mañana. Y la Celebración Eucarística adquirió un tono familiar, pues su casa paterna está cercana a este templo, al que acuden regularmente sus parientes, ante la complacencia del señor Cura Luis Remigio Conchas Leyva, quien consideró un honor para su Parroquia el festejar en ella al Arzobispo Emérito de Acapulco, don Felipe Aguirre Franco.


UN CORO SACERDOTAL

De la familia procreada por don Inocencio Aguirre y doña Teresita Franco, se conformó un orfeón de vocaciones: primero, fueron tres Sacerdotes: José Ascensión (ya difunto), Eustaquio y Felipe. De la siguiente generación surgieron tres sobrinos: Benjamín y Efraín, hijos, respectivamente, de Bernardo y de Teresa, hermanos del festejado. Hasta hoy sobreviven Eustaquio y Felipe, ambos Eclesiásticos, así como Teresa, Bernardo y María de la Paz.

Así que se congregaron los miembros de esta abundante familia, gran cantidad de amigos y fieles de los muchos lugares donde Monseñor Aguirre ha ejercido su ministerio o es muy estimado, sin faltar un buen número de ex alumnos del Seminario Diocesano de Guadalajara, sobre todo de la histórica Generación 1961-1976, que con él inauguró, hace 53 años, la Casa de Tapalpa, y que tanto le debe y le agradece a don Felipe en su formación.


SALMO 89

“Enséñame a calcular mis años, para vivir sensatamente”. La primera Lectura fue elegida del Profeta Isaías: “Me elegiste desde el seno materno”, que se refiere a la predilección que Dios tuvo al llamarlo al Sacerdocio, y con ese Salmo se hizo referencia a sus 80 años de vida jubilosos y agradecidos. En este contexto, el celebrante y predicador mostró, por un lado, su madurez, y por otro, su indeclinable entusiasmo como llamado por Dios a evangelizar.

En su Homilía, también aludió al Aniversario Cuadragésimo de su Consagración Episcopal, efectuada el 25 de abril de 1974, y al Lema de su Escudo, que es “Evangelizar”, ya que por ese tiempo surgió la Encíclica “Evangelii Nuntiandi”, de tal modo que, haciendo honor a tal divisa, su vida episcopal se ha desarrollado en torno a esa tarea constitutiva de la Misión y siempre actual, como lo es hoy La Nueva Evangelización. Hizo, asimismo, un resumen de su itinerario, condensado en cuatro décadas de incansable labor como Obispo.

Con grande énfasis se refirió a no estar cansado ni desalentado, sino dispuesto a seguir cumpliendo con esa tarea vital para la que el Señor lo eligió desde el seno materno. Y aunque en 2010 le fue aceptada su renuncia como Arzobispo de Acapulco y lleva tres años en su nueva modalidad de Arzobispo Emérito, prosigue sirviendo a la Iglesia y a los fieles donde han menester, atendiendo particularmente a las Religiosas Discípulas de Jesús Buen Pastor, Congregación de la que es co-Fundador y tiene su Casa General en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, de donde él, por casi 30 años, fue primero Obispo Auxiliar y luego Residencial.

También en su alocución recordó a todos sus familiares con inmensa gratitud. Y como un buen cristiano, de una familia netamente católica, un buen Sacerdote y un admirable Obispo, dejó el mensaje auténtico del discípulo y misionero de Jesucristo.

Finalmente, fiel a la admirable tradición cultural y literaria del Seminario de Guadalajara y al cariño a la Santísima Virgen, manifestados en momentos estelares en la obra del Padre Alfredo R. Placencia Jáuregui, de Monseñor José Ruiz Medrano o del Padre Benjamín Sánchez Espinoza, el celebrante declamó el hermoso Poema “Mi Testamento”, original del Obispo Vicente M. Camacho, alumno y maestro que fuera de ese ínclito Seminario, y vecino del Santuario de Guadalupe, el cual dice así:


“Antes de que llevéis al camposanto, mi pobre cuerpo cuando yo me muera, llevadme, por piedad, al templo santo que oyó de niño mi oración primera.

Ahí, donde mora mi Virgen hechicera, de tez morena y estrellado manto.

Llevadme junto a Ella, abrid la tapa de mi negro ataúd; y si un gemido de mi rígido pecho no se escapa, ni sonríe mi labio enternecido,

ni brota el llanto por mi rostro yerto, llevadme ya a enterrar, ¡estoy bien muerto!”


Terminada la Santa Misa, los presentes fueron invitados al salón parroquial para compartir la alegría de la convivencia y el pan. El Arzobispo Felipe se dio tiempo para saludar a todos; los ex alumnos se tomaron la foto con su querido Maestro y Prefecto, y él obsequió a todos el regalo de un libro con sus homilías. Fue ésta, sin duda, una luminosa experiencia, llena de sencillez y cordialidad.


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