jueves, 13 de febrero de 2014

La transformación del mundo empieza en el corazón del hombre

Juan López Vergara


El texto evangélico que nuestra Madre Iglesia coloca en la Mesa de la Eucaristía, forma parte del Sermón del Monte, anuncia una justicia superior que entraña una actitud que va más allá de la Ley y da plenitud al Proyecto de Dios: su Reino (Mt 5, 17-37).


Jesús es el modelo

La enseñanza de Jesús es única, propone una vivencia de la Ley desde dentro, a fondo, en plenitud: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán ustedes en el Reino de los Cielos” (v. 20).

La ‘justicia’ es el concepto utilizado por el Evangelista San Mateo para expresar el comportamiento fiel a la voluntad divina: 3, 15; 5, 6.10.20; 6, 1.33; 21, 32. Este término significa lo que Dios demanda, por ser ‘recto’, ‘íntegro’, ‘honesto’; es decir: hacer el Bien.

Jesús nos invita a buscar la justicia: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura” (Mt 6, 33). De esta perfecta conformidad con el precepto divino, Jesús es el modelo (compárese Hch 10, 37-38).


Del reino de la ley a la Ley del Reino

El pasaje de hoy muestra cuatro contrastes entre el Antiguo y el Nuevo Testamento:

1) Sobre el homicidio: “Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será llevado al Tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el Tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el Tribunal Supremo…” (vv. 21-22).

2) Sobre el adulterio: “Se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su corazón” (vv. 27-28).

3) Sobre el divorcio: “Se dijo: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, comete adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio” (vv. 31-32).

4) Sobre el juramento: “Se dijo: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera” (vv. 33-34).

Ir del reino de la ley a la Ley del Reino, implica la interpretación definitiva de Jesús: ‘Han oído… pero yo les digo’ y, su anhelo, no tanto de un cumplimiento exterior, cuanto de un compromiso surgido del corazón y manifiesto en la adhesión total del discípulo al Proyecto del Señor.


Remontarnos a las causas profundas

La interioridad no significa fugarse, sino descubrir en ella la raíz de nuestras motivaciones, el espacio en el que se fraguan nuestras decisiones; allí donde configuramos la historia. En suma, el pasaje evangélico es una exhortación a remontarnos a las causas profundas, para actuar en profundidad, pues “La transformación del mundo inicia en el corazón de los hombres” (Paulo VI).


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