lunes, 25 de abril de 2016

“Hay que amar hasta que duela” (Madre Teresa de Calcuta)

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Diác. José Luis González Santoscoy

A todos nos gustaría recibir una herencia. Hoy, Nuestro Señor Jesucristo nos deja su Testamento y nos comparte la mayor herencia: el Mandato de “amarnos los unos a los otros, tal como Él nos ha amado”. Es la máxima prueba de que somos cristianos y sus discípulos fieles.
En una ocasión, un Periodista norteamericano se le acercó a la Madre Teresa de Calcuta cuando se encontraba curando a un herido maloliente. El Reportero, fríamente, le dijo a la Religiosa: “Yo no haría eso ni por un millón de dólares”. Y ella, llena de paz, le contestó: “Yo tampoco lo haría por un millón de dólares; lo hago sólo por amor”.
Los discípulos de otros maestros pueden tener distintas características: fama, elocuencia, dinero, elegancia o paciencia; pero los discípulos de Jesús debemos caracterizarnos por el Amor que se nos da en la Cruz, gratuito y para siempre. Además, no es un consejo el que nos da el Señor, sino un Mandato. No es un Amor de palabras; está traducido en obras concretas, generoso y de calidad. No es romanticismo; es decisión de entrega y servicio.
Cristo nos dice que es un Mandamiento Nuevo, ¿dónde radica la novedad?. Pues en amar tal como Él lo hace. Porque con frecuencia creemos estar amando, y lo hacemos según los criterios del mundo. Amar como Él lo hace, es: sin límites, sin condiciones, sin reservas ni con un seguro de ser amados de regreso. Se nos invita, entonces, a revisar las motivaciones de nuestro corazón y a corregir el egoísmo o la vanidad, que puede viciar nuestra entrega. Salgamos a servir al pobre, al desvalido, al necesitado; no de palabra, sino con mano generosa.

@PadreJoseLuisGS

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