jueves, 14 de abril de 2016

EDITORIAL

La alegría del amor

Amoris laetitia (La alegría del amor), es el título de la Exhortación Apostólica post-sinodal, firmada por el Papa Francisco el 19 de marzo, fecha que coincide con el inicio de su pontificado, hace tres años. Quiere resumir las principales cuestiones acerca de la familia, que han sido abordadas en dos Sínodos Mundiales de Obispos, convocados para este propósito en 2014 y 2015.
El regocijo, la ternura, el amor y la alegría son las palabras iniciales del diccionario emocional del universo, que brotan como caudal generoso de la conciencia humana. El hombre y la mujer se sorprenden del mundo que Dios ha hecho para ellos y la manera espléndida que les ha heredado y dotado para habitar y disfrutar de este Universo construido en la sabiduría de los siglos. La tarea es descubrir, gozar y compartir lo que Dios, desde el principio, “vio que era bueno”. Alegría y amor se fracturan por la malicia y el uso. La alegría del amor que se vive en los hogares es, por supuesto, el júbilo de la Iglesia.
Probablemente muchos, en la lectura, se saltarán los temas centrales de esta Exhortación, para llegar a los temas candentes, a los puntos críticos. Los Capítulos 4 y 5 son los centrales de esta Exhortación, por su contenido, porque no podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar”.
Se señalan dos vertientes sesgadas para dilucidar en los Medios de Comunicación; opiniones acerca de este tema crucial, que para algunos es ya un embrollo, y para otros, ocasión para aventurar puntos de vista muy personales. Una cosa es la tolerancia y compasión por las parejas -incluso las del mismo sexo-, y otra muy diferente es la obsesión -pre-pagada- de uno que otro comentaristas de Radio o Televisión que asumen su parecer como cátedra de pontífices laicos. Es normal tener su óptica individual, y poder expresarla, lo que la hace respetable; pero muy diferente proclamar consignas de grupúsculos y tendencias políticas que dejan mucho a deber al amor verdaderamente humano.
El Capítulo IV contiene un amplio comentario al Himno de la Caridad de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios -al cual el cantautor José Luis Perales le puso una música excelente- y se requiere la meditación de estas páginas. En La presentación de la Exhortación se asume que el Papa Francisco habla con gran claridad del papel que tienen las pasiones, las emociones, el eros y la sexualidad en la vida matrimonial y familiar. Temas que se magnifican o desacreditan sin el menor cuidado, según tendencias de una moral personal que, ciertamente, merecen nuestro respeto.
Hay tópicos fundamentales, como el que señala la urgencia de “acompañar, discernir e integrar la fragilidad”, en que el Papa Francisco aborda el tema del “Discernimiento de las situaciones llamadas irregulares”. Que a nadie se le considere como “caso perdido”, sino tener la actitud de que todos somos seres humanos necesitados de comprensión y compasión.
En 200 páginas, el Papa Francisco habla de “amor en la familia”, y lo hace de una forma concreta y sencilla, con palabras que arriman calor al corazón. El Papa ofrece un estilo cercano, familiar; él quiere que se traten estos asuntos de la vida de una manera concreta y valiente. La familia lo merece todo, y para empezar, la conciencia de que podemos ser mejores.

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