Diác. José Luis González Santoscoy
Hoy, en este IV Domingo de Pascua, se nos invita a descubrir a Jesús como el Buen Pastor, Aquél que se preocupa por cada una de sus ovejas, cercanas o alejadas, buenas o malas, amorosas o indiferentes. El Señor nos demuestra que nos ama infinitamente.
Para poder recibir la vida que Cristo nos ofrece, hay dos cosas que debemos hacer, según el Evangelio de hoy: conocer al Pastor y escuchar su voz. Nos damos cuenta de que hoy en día hay muchas voces que nos dificultan escuchar al Buen Pastor; por ejemplo, la voz imperiosa del dinero, la voz violenta de la traición, la voz ardiente de las pasiones desenfrenadas, la voz suave de la mentira, la voz audaz de los falsos amigos, la voz insidiosa de la injusticia y la violencia… ¿Qué voces hay en tu corazón que te impiden escuchar la voz amorosa del Buen Pastor?
Vemos a un Jesús que se muestra muy cercano. Quiere que ninguno de nosotros nos perdamos; nos da la vida eterna y entrega su Vida por nosotros. Las ovejas siempre están expuestas a muchos peligros y adversarios, pero Él siempre las cuida y da la vida por ellas. Nos queda claro que será siempre el Guía que conduce y apacienta; pero, ¿qué calidad de ovejas somos tú y yo?
Para ser un buen rebaño, es decir, fieles seguidores de Cristo, no basta con estar bautizados, sino creer en Él, escuchar su Palabra, madurar en la Fe y seguirlo incondicionalmente siendo misioneros y testigos de su Amor. Únicamente así, será visible y transitable el Camino a la Vida Eterna.
@PadreJoseLuisGS
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