jueves, 19 de mayo de 2016

Buscar la integración como hijos del mismo Padre

Juan López Vergara

Hoy celebramos a La Santísima Trinidad, iniciando la Eucaristía con una bella oración, demostrativa de la gratitud de nuestra Madre, la Iglesia: “Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido Misericordia con nosotros”. El Santo Evangelio consta de sólo cuatro versículos que nos invitan a reconocer el magisterio del Espíritu Santo en la Comunidad (Jn 16, 12-15).

JESÚS ES EL CORAZÓN DE LA REVELACIÓN
San Juan enseña que corresponde al Espíritu, y sólo a Él, conducir a la Iglesia hacia una certera inteligencia de la Revelación, a la comprensión del Mensaje anunciado por el Señor: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Aún tengo muchas palabras que decirles, pero todavía no pueden comprenderlas. Pero cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los irá guiando hasta la Verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder’” (vv. 12-13). El Espíritu abre el Misterio de Dios a la historia humana, conduce a la Comunidad a la “Verdad plena”, que implica la unidad y validez definitiva de la Revelación dada en y por Jesús, de una vez y para siempre.

EL ESPÍRITU NOS CONFIGURA
Jesús, entonces, con respecto al Espíritu, manifestó: “Él me glorificará, porque primero recibirá de Mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes” (vv. 14-15). San Juan reitera que este proceso de comunicación no implica una nueva Revelación yuxtapuesta a la dada por Jesús, sino que la acción del Espíritu permanece ligada a esa Revelación que culmina con el Señor. Por lo cual podemos afirmar que es mediante el Espíritu como nos encontramos con Jesucristo, desde la existencia nueva que Él ofrece y posibilita en total gratuidad.
Vivimos en el tiempo del Espíritu, que aparece como el principio configurador de la existencia cristiana, que nos motiva a dar testimonio de nuestra inquebrantable Esperanza, la cual “no falla, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). Estamos llamados a acoger la Caridad del Espíritu y a dejarnos configurar por ella con Cristo.

EL ESPÍRITU NOS LLEVA A RECONOCER A DIOS COMO PADRE
La Palabra de Dios nos convida el día de hoy a convencernos de que no es posible encontrar, reconocer y amar a Cristo sin la ayuda del Espíritu, porque quienes nos dejamos guiar por Él, nos convertimos, realmente, en hijos de Dios: “Todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Rm 8, 14).
Nuestro Pastor advierte: “No podemos seguir abonando a una Sociedad cada vez más ajena de unos para con otros. Debemos buscar la integración, porque todos somos hijos del mismo Padre, Dios; somos de la misma Familia de Dios y, en el caso de una Sociedad mayoritariamente católica, somos discípulos de Cristo para vivir y expresar la comunión de seres amados que siguen a su Maestro, Jesucristo” (Cardenal J. F. Robles, Conocer a Jesús para desterrar la indiferencia, en Semanario No.1003, 24 de abril de 2016, Pág. 3).

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